jueves, 8 de octubre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

     

 Entrega 3. Escrito 18

PEDRO Y PABLO

      29 de junio, día de San Pedro y San Pablo. Curiosa y posible coincidencia y coexistencia en la movida de la política española. Me figuro que saben, los lectores, por donde van los tiros de este breve comentario. No hace falta ser muy listo para saber a qué Pedro y a qué Pablo me refiero en la cabecera. Por si existen algunos despistadillos o desmemoriados, no me refiero a los santos Pedro y Pablo, destacados discípulos de Jesús, sino al Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, y al Pablo Casado, gran señor de la oposición hispana. ¡Vaya par de dos…!

     San Pedro y San Pablo, sin dudas, nos ayudarán en la redacción de este libelo de actualidad política de nuestro derrengado país. Uno desde su pedestal de jefazo y el otro desde su desvencijado sillón de “aguante” y…  pare usted de contar, jugadores de diferentes equipos, nos contarán la unicidad de los acontecimientos españoles de muy diferentes maneras, formas y honduras, bajo el prisma de los intereses propios, sin pensar en un pueblo, recién salido de un alarmante, doloso y larguísimo encierro con fatales consecuencias.

     Pedro, de santo nada, empeñado en el perverso algoritmo de “conmigo o contra mí”, ofrece, con la boquita pequeña, colaboración de todos para salir del pozo en el que nos encontramos; Pablo, algo (bastante) reticente, por        bandazos, mentiras y maniobras de Pedro, trata de aguantar su vela como puede, sin perder del todo su compostura. 

     En el tortuoso camino de vuelta a la ficticia normalidad, se nos cuela de rondón otro Pablo, de “descolocado” apellido, Iglesias, que trata de medrar en todos los asuntos de nuestro empobrecido (en todos los sentidos) país, costumbre habitual en su sucio y permanente proceder. Contento estará este Pablo por la expulsión de Venezuela, por el impresentable Maduro, de la embajada de la UE. Aunque algo preocupadillo andará con su caso “Dina”.

     Retomo el doloso camino de Pedro y de Pablo, protagonistas indiscutibles de este amarillo tirando a negro relato de penas gordas. Pedro, como de costumbre, a lo suyo, a mantenerse en el sillón a costa de todo y de todos, culpando a los demás de sus muchos errores y pactando con los diablos y los independentistas, sin rubor y sin vergüenza torera. Pablo en su papel de segundón, nadando y guardando la ropa, sigue sin fiarse de Pedro y no digamos nada de sus escudera, la Cayetana Toledana que larga bien, cosita que no le guste nada a los acólitos del gobierno socialista comunista y demás enganchados.

     San Pedro y San Pablo, mártires de la Iglesia cristiana, merecieron un “Gran DÍA” y se escogió el 29 de junio. No sabemos si el Pedro y el Pablo, actores estrellas de este libelo llegarán a tener su día. Trabajito les va a costar a ambos dos, el uno por exceso y el otro por defecto.

     Al margen de dogmatismos, de intereses partidistas, de penosos individualismos y de inútiles enfrentamientos, España se merece una reconstrucción de todos y para todos.

     ¡Así sea! Y si no lo fuera, mi desprecio total a Pedro, Pablo, sus seguidores y algún que otro político.


                                               
                                   ¿Qué pretendes, Pablo?         Cornearte, Pedro.

                                              ¿Qué miras, Pablo? A esos dos mangurrinos que se van a cargar España.

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