Entrega 3. Escrito 18
PEDRO Y PABLO
San Pedro y San Pablo, sin dudas, nos ayudarán en la redacción de este
libelo de actualidad política de nuestro derrengado país. Uno desde su pedestal
de jefazo y el otro desde su desvencijado sillón de “aguante” y… pare usted de contar, jugadores de diferentes
equipos, nos contarán la unicidad de los acontecimientos españoles de muy
diferentes maneras, formas y honduras, bajo el prisma de los intereses propios,
sin pensar en un pueblo, recién salido de un alarmante, doloso y larguísimo
encierro con fatales consecuencias.
Pedro, de santo nada, empeñado en el perverso algoritmo de “conmigo o
contra mí”, ofrece, con la boquita pequeña, colaboración de todos para salir
del pozo en el que nos encontramos; Pablo, algo (bastante) reticente, por bandazos, mentiras y maniobras de
Pedro, trata de aguantar su vela como puede, sin perder del todo su
compostura.
En
el tortuoso camino de vuelta a la ficticia normalidad, se nos cuela de rondón
otro Pablo, de “descolocado” apellido, Iglesias, que trata de medrar en todos
los asuntos de nuestro empobrecido (en todos los sentidos) país, costumbre
habitual en su sucio y permanente proceder. Contento estará este Pablo por la
expulsión de Venezuela, por el impresentable Maduro, de la embajada de la UE.
Aunque algo preocupadillo andará con su caso “Dina”.
Retomo el doloso camino de Pedro y de Pablo, protagonistas indiscutibles
de este amarillo tirando a negro relato de penas gordas. Pedro, como de
costumbre, a lo suyo, a mantenerse en el sillón a costa de todo y de todos,
culpando a los demás de sus muchos errores y pactando con los diablos y los
independentistas, sin rubor y sin vergüenza torera. Pablo en su papel de
segundón, nadando y guardando la ropa, sigue sin fiarse de Pedro y no digamos
nada de sus escudera, la Cayetana Toledana que larga bien, cosita que no le
guste nada a los acólitos del gobierno socialista comunista y demás
enganchados.
San Pedro y San Pablo, mártires de la Iglesia cristiana, merecieron un
“Gran DÍA” y se escogió el 29 de junio. No sabemos si el Pedro y el Pablo,
actores estrellas de este libelo llegarán a tener su día. Trabajito les va a
costar a ambos dos, el uno por exceso y el otro por defecto.
Al
margen de dogmatismos, de intereses partidistas, de penosos individualismos y
de inútiles enfrentamientos, España se merece una reconstrucción de todos y
para todos.
¡Así sea! Y si no lo fuera, mi desprecio total a Pedro, Pablo, sus seguidores y algún que otro político.
¿Qué miras, Pablo? A esos dos mangurrinos que se van a cargar España.
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