martes, 6 de octubre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

Entrega 3. Escrito 13    

ESCURRIR EL BULTO

      Lo de escurrir el bulto es práctica habitual entre políticos y gobernantes. Las amplias y majestuosas escurrideras, pan nuestro de todos los días, compañeras habituales de lo prolíferos bultos (asuntos negativos y, en ocasiones, escandalosos, de la política) crecen y crecen, sin pudor, para estupor de los españolitos de a pie. Y vaya usted a saber adónde termina este malsano escurrimiento de bultos, de la leche.

     Para ello, para eso de escurrir bultos, el gobierno (más desgobierno que gobierno) cuenta en sus filas, con auténticos especialistas, capaces de hacer blanco lo negro, de acusar a los adversarios de sus errores, de mentir y mentir sin límite, etc., etc.

     Con el tiempo, sin que nadie lo remedie, los bultos se hacen montañas, los escándalos se multiplican y, llegado a un límite extremo, será el momento propicio para cortar por lo sano, en evitación de males mayores.

     En estos tiempos epidemiológicos, del coronavirus chino, de sangrante pandemia, los practicantes del escurrir los bultos tratan de hacerse dueños del cotarro político y se convierten en maestro de la acusación, practicando con maestría los tiempos del verbo acusar. Yo te acuso, porque tú me acusas. Yo no me acuso, porque ya lo haces tú. Disfruto acusando a los demás de mis carencias o mal hacer. Yo acuso a todo el mundo, incluso al Tato, antes de que me acusen. Yo acuso por acusar y…

      Los magistrados, padeciendo contagio de los políticos, ya no acusan, escurren el bulto. El Constitucional, el Supremo, la Fiscalía duermen y callan en pro de los “escurrimientos”. El gobierno, artista del escurrir, pacta con quien sea, para sálvese quien pueda, que yo me las busco bien para el impuro mantenimiento en el poder. ¿Dónde está Felipe VI?  No caigas en la tentación de escurrir bultos.

     Y lo peor de todo es que no se vislumbran indicadores de decaimiento, que los escurridores crecen como las amapolas silvestres. Igual que los bultos, se multiplican como los rebrotes y sus contagiados, sin saber adónde vamos a llegar con estas prácticas suicidas.

      Espero y deseo que no todos los humanos nos hagamos de la sexta del escurrir bultos. Si así fuera, nos merecemos el gobierno que tenemos, más políticos para mamar de la teta del Estado y más desgracias todavía.

      ¡Dios nos libre, que nos pillen confesados y libre de escurrimientos de bultos malignos!



 

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