Entrega
3. Escrito 1
LAS 0SCURIDADES Y EL AMANECER
Título robado y modificado de la última
obra de Ken Follett, LAS TINIEBLAS Y EL ALBA, que será presentada el próximo 15
de septiembre. Creo que el escritor británico, autor, entre otras, de LOS
PILARES DE LA TIERRA, no tendrá en cuenta, ocupado en internacionales y mayores
glorias, la usurpación disfrazada del título de la que, con toda seguridad,
será otro éxito mundial; aplicado, por este modesto escribano, a un breve
comentario de un cabreado súbdito español contemporáneo, sumergido en la
pandemia (algo como “la peste” relatada en algunas de sus novelas) del
coronavirus.
Las tinieblas y las oscuridades en el
tiempo de la covid-19, en España, han sido y son tenebrosas, lóbregas,
sombrías, tristes y tétricas, sobradas de contagios, de muertes, de confinamientos,
de atentados contra la libertad, de secretismos (nunca sabremos los personajes
del comité de expertos) de no saber contar, de desprecio a los ciudadanos, de
ninguneo a los adversarios políticos y de mentiras y engaños. Temas más que suficientes
para escribir una dramática novela, un luctuoso novelón, real como la vida
misma, con una única premisa: la de nunca olvidar.
Las tinieblas y el oscurantismo vagaron a
sus anchas sobre las pieles de los mayores, de los inocentes, sobre las almas y
los cuerpos de un pueblo desprotegido y desamparado. Mientras, los encargados
de disipar las tinieblas y los que tenían que derribar al oscurantismo, acomodados
en sus poltronas de oropel, dejaban avanzar a los bichitos de china, olvidados
de la verdad, de la información veraz, de la defensa de la vida y de usar su
barata ideología como arma contra los virus y contra todo aquel que no
coincidiera con sus obsoletos pensamientos y actuaciones.
Las tinieblas y el oscurantismo despertaron,
en los sufridos ciudadanos (hoy, más súbditos que ciudadanos) horrores, miedos,
pánicos, odios, enfrentamientos, incomprensiones, bandos, camarillas. Las
tinieblas y el oscurantismo dibujaron un panorama siniestro de futuro con toda
su carga de padecimientos por venir. Las tinieblas y el oscurantismo, en manos
de los mandamases de esta querida España, se convirtieron en panes negros de
cada día, amasados y horneados en despreciables tahonas de imprevisibles
resultados.
Junto a esta sucia niebla, este sombrío
panorama o esta oscura negritud se despiertan, poco a poco, cálidas voces de
esperanza de albos amaneceres, de benditas ilusiones, de clamores festivos y,
ante todo, la ansiada marcha de los “elegidos”, la desaparición de los
“salvadores”, del obsoleto y dañino caudillaje, de los mentideros políticos, de
los nefastos progres, de los fomentadores del odio fratricida, de los rancios
dogmatismos y de todos aquellos que
trabajan y viven para romper y acabar con España.
La utopía, desnudada de sus quiméricas
vestimentas, vestirá su sueño con ropajes de limpio y albo amanecer y,
entonces, volveremos a la auténtica y deseada NORMALIDAD, para decirle al mundo
de los agoreros que fuimos capaces de levantarnos después de la dolosa caída y
desterrar a la nada las tinieblas y los oscurantismos de los que se creyeron
dueños absolutos de este País nuestro.
¡Así sea!
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