Entrega 2. Escrito 10
¿SE PUEDE SER OPTIMISTA EN COMPAÑÍA DEL COVID-19, ALIAS “CORONAVIRUS”?
Convivir temporalmente con el covid-19, coronavirus, no es apetecible
para ningún mortal, de manera especial para aquellos encuadrados en la
“ancianidad” (título menos rimbombante y llamativo que el de viejo o
vejestorio)
¿Se puede ser optimista en una situación como la que estamos padeciendo?
Los agoreros, los atrabiliarios, los biliosos, los coléricos y otros tipos de
amargados, sin esforzarse, apostarán y defenderán la imposibilidad de ello. El
optimismo lo dejarán para los ilusos, los quiméricos, los soñadores y sus
legiones de seguidores.
Personalmente no sé en qué equipo me encuentro. Algunos días me alío con
los pesimistas, con los descreídos, con aquellos que vaticinan que el covid-19
es una premonición, un aviso apocalíptico, el inicio de un caminar hacia el fin
de todo, una última guerra destructora del género humano. Otros días me agarro
con todas mis fuerzas a los optimistas, a aquellos que piensan y ven, en este
episodio del coronavirus, una redención, la oportunidad necesaria y creativa de
un nuevo hombre, más vivo y humanizado, responsable de salvaguardar la Tierra y
sus moradores.
En esta cruenta lucha del coronavirus, empeñado ferozmente en aumentar
el número de contagiados y fallecidos, tareas macabras del insaciable “vicho”,
contra la actitud salvadora de los soldados de bata blanca o celeste, empeñados
en levantar una barrera que ponga punto y final a este mal sueño, habrá, al
final de la contienda, incontables ausentes, viajeros a la nada, no culpables
de su marcha a un más allá aborrecible, componentes de inútiles fatídicas
estadísticas y de futura carnaza para el olvido o para el entretenimiento de
los muchos desmemoriados.
Pero, si quedarán, entre los supervivientes, mantenedores, contadores,
notarios y escribanos de las historias vividas y padecidas por el pueblo, donde
no faltaron héroes, mártires y santos que, cumpliendo con su deber, derrochando
altruismo, generosidad y solidaridad, se dejaron su vida por salvar otras
vidas. Aquí no valen aplausos y reconocimientos, sobran homenajes tardíos, sólo
queda el CASTIGO de aquellos que, bien acomodados en sus poltronas, permitieron
y propiciaron esta BARBARIE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario