Martes, 21 de mayo de 2019.
A tan solo 3 días de las BODAS DE ORO.
VERDAD VERDADERA, “ALGO SE MUERE EN EL ALMA,
CUANDO UN AMIGO SE VA” Y, A PESAR DE ELLO, LA VIDA SIGUE.
Amigo Juan, desde tu nuevo puesto de vigía
celestial y futuro organizador de maratones allá donde las prisas y el correr
dejan de ser argumentos válidos para seguir viviendo por estos barrios de paso,
vela y cuida de los tuyos y de nosotros, harapientas criaturas en manos de un
destino caprichoso y de una antojadiza Parca. DESCANSA EN PAZ.
Y la vida sigue
inventándose cositas, cosas y cosas grandes, que nos pasan de refilón, sin casi
notarlas o que nos golpean de lleno con manifiesta notoriedad.
Y lo lejano, lo
proyectado a largo plazo, se va acercando, sin aparentes prisas, sin pausas, marcando su cercanía, descubriéndonos su
silueta, su esencia, su ser. Y, cuando nos queremos dar cuenta de su existencia,
ya es polvo de recuerdo, es canto de pasado, es obsoleto cuento o batallita de
abuelo.
Y seguimos olvidados en
nuestros impíos rincones, faltos de casi todo aquello que anhelamos,
comprensión, amor, compañía, felicidad y otras “menudencias”. Cosas, todas
ellas, fáciles de tener, de poseer, de alcanzar, cuando llegamos a la
conclusión de que no cuestan dinero, que andan por aquí y por allá, esperando
que llegue alguien bien espabilado y las haga suyas y las regale a cualquier
necesitado, que los hay, y muchos.
Y nos vamos acercando,
sin querer, ignorantes analfabetos de la vida y de sus cosas, al precipicio del
último viaje, al abismo de la nada por venir, creyéndonos que somos Don Alguien. ¡Qué vainas somos!
Y volviendo a la
lucidez, al encantamiento momentáneo de los optimistas y dejando muy atrás el
inoportuno pesimismo de los fracasados, miro al frente, decidido a celebrar lo
que siempre quisimos celebrar, nuestras BODAS DE ORO, repetición gozosa de
aquel lejano 24 de mayo de 1969.
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