Viernes, 17 de mayo de 2019.
A 7 días de las BODAS DE ORO.
BIENAVENTURANZA
NOVENA Y DEFINITIVA
Bienaventurado
aquel,
que
al final de su camino,
encontró oportunidad,
de
celebrar en El Viso,
su
ochenta cumpleaños y…
las
Bodas de Oro del siglo,
junto
a la santa Rosario,
mujer
de rango y tronío,
que
pasó y pagó con creces,
sus
cincuenta años conmigo,
aguantando
mis rarezas
y
mis años de político,
mis
altibajos de siempre
y
mis grandes desvaríos.
Y
aquí se apagan los versos,
escuchando
nuevos trinos,
de
aquellos que nos seguirán,
en
la rueda del destino,
donde
se acaban los sueños
y el verbo del bien nacido.
Y
aquí se apagan las luces,
de
los trillados caminos,
hollados
en buenas horas,
en
este romance amigo,
de
nonas bienaventuranzas,
de
grandes sueños cumplidos,
poniendo
sobre el Alcor,
a
mi Dios, como testigo.
UN SILBO Y MILES DE BESOS PERDIDOS
Ayer, le robé a los vientos
un silbo de enamorado
que, junto a sonoros besos,
lo tengo yo bien guardado,
para una bella mujer
que el corazón me ha robado.
El
silbo se hizo mayor,
en mi boca fue granando,
robándole caras notas
a los besos de mis labios.
Los besos que yo guardaba
en mis labios se han secado,
dicen que la causa fue,
las notas que le robaron.
El
silbo, de amores lleno,
se mantiene bien callado,
guarda las robadas notas
por miedo a ser castigado.
El silbo, de dudas lleno,
vive muy apesadumbrado,
no encuentra manera, ni hora
para devolver lo hurtado.
Y
mientras esto ocurría,
el tiempo siguió danzando,
y la mujer de mis sueños
de mi lado se ha marchado,
dejándome triste y solo,
con un silbo enamorado,
con unos marchitos besos
y un corazón destrozado.
¡Qué nadie taña campanas,
qué nadie sea culpado!
Sólo un necio como yo,
merece ser castigado,
por robar un pobre silbo,
por estar siempre soñando,
por dejar morir mis besos,
por ser con ellos, avaro,
y por dejar escapar,
entre suspiros y llantos,
a la mujer que más quise,
a la que yo sigo amando.
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