jueves, 18 de abril de 2019

A DESCONTAR DÍAS PARA LA DEL 2020


Jueves Santo, 18 de abril de 2019.
A 36 días…

JUEVES SANTO ATÍPICO

     Las lluvias de primavera, irresponsables criaturas que no entienden, ni entenderán nunca, de celebraciones humanas, grandes o insignificantes, se entretienen, con su presencia, en destruir ilusiones, en romper sueños, en estropear lo planeado con sobrado tiempo. Y les importa tres pepinos sus consecuencias, les da igual las lágrimas del personal implicado en lo por celebrar y las despertadas desilusiones y las “desaborías” largas esperas. Y, a la par, convierten los Grandes Días del viejo calendario litúrgico, en desangelados espacios temporales, llenos de aburridas oquedades, plenos de no saber que hacer, henchidos de onerosas frustraciones.

     Y siempre le toca al “hombre”, implicado en estos tradicionales festejos, aceptar y decidir sobre mojarse o no y el solventar la dura y difícil papeleta de mojar o no a sus queridas imágenes, en la mayoría de los casos, más amadas que sus propias personas. Y no por mucho madrugar, amanece antes; y no por mucho rezar, cuando la lluvia se empecina en visitarnos, amanece despejado.

     El Miércoles Santo sonaron los primeros e inmisericordes aldabonazos de acuosa ruptura. Avisos de los cielos, nubarrones esperando órdenes de descarga y asomo de miedos, prudencia y responsabilidades extremas en los jerarcas de las Hermandades de Penitencia que, al final de la tarde, dieron el triste comunicado de “No salida”.




    El Cautivo, esperará paciente, venideros años para mostrarnos, por encima de la lluvia, viejos y nuevos caminos de salvación. Y mientras, tú, imprevisible lluvia, sigues jugando al “mareo” de derrame de cuatro descarriadas gotas, suficientes para romper la magia de su procesional paseo por los Alcores Visueños.

     Y para completar los Días Grandes de la Semana de Pasión, utilizas la misma táctica de ayer, de encapotar el cielo, de mantener el tono grisáceo de las nubes, de mandarnos unas cuantas perturbadoras gotas o imprevistos breves chaparrones, capaces de fastidiarnos los especiales días.

     Con manifiesta calma, con plausible y loable resignación, pasaremos página de lo que pudo ser y no fue y por el secuestro, o la incautación de algunos de los desfiles procesionales de El Viso del Alcor.

     Y a la lluvia, caprichosa dama, decirle que bien podía haber esperado unos días en sus visitas primaverales. Y a los nazarenos, músicos, costaleros y Juntas Directivas hacerles ver que la vida sigue, que los años vuelan y que ya pueden empezar a desquitar días al calendario del actual 2019 y del bisiesto 2020 hasta llegar a la próxima Semana Santa que, sin dudas, será diferente y más esperada.

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