Jueves, 4 de octubre de 2018.
A 231 días…
Y POR LAS TARDES A CUIDAR ÁNGELES.
Ángel de carne y hueso, de los que huelen a gloria, de los que te dan
ganas de comértelo (resto ancestral de nuestro pasado caníbal) de los que te
piden, sin palabras, achuchones, estrujones, ausentes de daños; de los que te
incitan a la caricia permanente, al besuqueo continuado, al arrumaco prolongado
y a una interminable retahíla de zalamerías.
Este
Ángel no pertenece al grupo de los custodios, sino al de los custodiados, como
oro en paño, como tesoro idílico. Este Ángel no es el rebelado, el perturbador,
es el sumiso, el muy querido. Este Ángel ha sido fabricado con condimentos de
primerísima calidad, con ingredientes naturales, con ausencia de aditamentos y
añadidos innecesarios. Este Ángel no necesitará caída y redención. Este Ángel
crecerá con la normalidad de niño amado, de infante muy querido y nosotros, sus
abuelos Rosa y Clemente, podremos presumir de haber sido, a ratos, sus
cuidadores.
Sobran palabras cuando el amor, de abundante que es, sobra.
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