Miércoles, 3 de octubre de 2018.
A 232 días…
JUSTIFICACIÓN INNECESARIA
Agotada la mente para cumplir la tarea autoimpuesta de
rellenar diariamente este, no sé cómo llamarlo, calendario de personales
efemérides, de escritos nacidos sin orden ni concierto, ni temática
establecida, necesito recuperar fuerzas, recopilar ideas, refrescar mi mente
para poder seguir caminando.
Las
pequeñas labores del día, los llamados “mandados”, las ayudas en la faenas
caseras, el obligatorio descanso de los mayores, los pequeños problemas
cotidianos, los cansancios y las fatigas del vivir la vida, etc., van
ralentizando el buen funcionamiento de nuestros deseos y obligaciones,
rebajando, sin quererlo, las capacidades del hacer, del cumplir, de terminar lo empezado.
Y
cuando nos damos cuenta de que el barco, está en el varadero, mejor que
navegando, nos apesadumbramos y nos venimos abajo, olfateando muy de cerca los
aromas del fracaso, del querer dejar en un negativo stop, las actividades programada.
La
“cosa” no tendría mayor trascendencia si nuestro calendario vital dispusiera de
sobrado margen de tiempo para desaprovechar éste, con el no hacer nada o con el
hacer lo menos posible. Pero teniendo la meta a unos pocos de telediarios, como
se dice por estos barrios sureños, conviene
no perder la perspectiva de aprovechar al máximo el tiempo que disponemos,
aunque desconozcamos la cuantía y la calidad del mismo.
No
sé si esta meditación silente, vomitada sobre la pantalla del ordenador,
servirá, en algún momento para aliviar el pesar de algún congénere, sumido en
el mismo pesar en que me encuentro yo. Ojalá ésta no sirviera para nada, ni para nadie, señal inequívoca de
que este particular problema mío, es pasajero, de poca entidad y que, a poco,
pasará al olvido, y ello me dará la oportunidad de seguir en la tarea de
completar este epítome. ¡Toma ya, valiente palabra escogida para finalizar! ¡A
tomar el diccionario y a buscar su significado! ¡Ya tienes una nueva tarea,
compañero lector!
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