LA CARMELA, MEDIO MEIGA, Y SUS TRES RAPACIÑOS: GALA. ENZO Y BELTRÁN (VII)
Cumpliendo con sus bravatas
y hartos de golpear la puerta,
sin obtener del adentro
la más mínima respuesta,
ayudados de gran tronco,
aquellas gentes perversas,
que algo buscan en la choza,
arrojan la puerta a tierra
y entrando en gran tropelía
rompen todo lo que encuentran,
dando gritos alocados
como si alimañas fueran.
y hartos de golpear la puerta,
sin obtener del adentro
la más mínima respuesta,
ayudados de gran tronco,
aquellas gentes perversas,
que algo buscan en la choza,
arrojan la puerta a tierra
y entrando en gran tropelía
rompen todo lo que encuentran,
dando gritos alocados
como si alimañas fueran.
el
destrozo en la vivienda,
ni
títere con cabeza,
salvo la única excepción
de aquella redonda mesa
donde buscaron refugio
los prohijados por Carmela,
por la sencilla razón
de que en ella se subiera
el que pareciera jefe
de aquella horda tan plebeya
para dar todas las órdenes
y que sus huestes le vieran.
Al punto de abandonar
con gran fracaso la empresa
un gimoteo de Beltrán
hace volver las cabezas
de aquellos filibusteros
que están llenos de sorpresa.
salvo la única excepción
de aquella redonda mesa
donde buscaron refugio
los prohijados por Carmela,
por la sencilla razón
de que en ella se subiera
el que pareciera jefe
de aquella horda tan plebeya
para dar todas las órdenes
y que sus huestes le vieran.
Al punto de abandonar
con gran fracaso la empresa
un gimoteo de Beltrán
hace volver las cabezas
de aquellos filibusteros
que están llenos de sorpresa.
son,
en los cuadros de tela,
detrás de los cuales brota
suave llanto de honda pena.
Andando bien despacito
todos a la mesa se acercan,
sin decir una palabra
haciéndose sólo señas,
formando a su alrededor
entre todos una rueda
y siguiendo indicaciones
del jefe, que siempre ordena,
con brusquedad la levantan
y arrójanla con gran fuerza,
que con risas acompañan,
sobre la vieja chimenea,
dibujándose en sus rostros
al contemplar esta escena,
de los niños que bien lloran,
felicidad muy perversa.
detrás de los cuales brota
suave llanto de honda pena.
Andando bien despacito
todos a la mesa se acercan,
sin decir una palabra
haciéndose sólo señas,
formando a su alrededor
entre todos una rueda
y siguiendo indicaciones
del jefe, que siempre ordena,
con brusquedad la levantan
y arrójanla con gran fuerza,
que con risas acompañan,
sobre la vieja chimenea,
dibujándose en sus rostros
al contemplar esta escena,
de los niños que bien lloran,
felicidad muy perversa.
El Viso del Alcor, 6 de Junio de 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario