LA CARMELA, MEDIO MEIGA, Y SUS TRES RAPACIÑOS: GALA, ENZO Y BELTRÁN (II)
Pasado el primer momento
en que se queda de piedra,
una enorme actividad
de todo su ser se adueña,
los introduce en su choza,
cerrando muy bien la puerta,
siéntalos cerca del fuego,
avivándolo con leña,
en que se queda de piedra,
una enorme actividad
de todo su ser se adueña,
los introduce en su choza,
cerrando muy bien la puerta,
siéntalos cerca del fuego,
avivándolo con leña,
a
cada niño le entrega,
sobre
las trébedes deja
y de un aparador viejo
saca ropa limpia y seca,
sin ocuparse de tallas,
sí, de que fueran bien gruesas.
Sin detenerse un minuto
lávalos con diligencia,
descubriendo con asombro,
tras echar la mugre fuera,
que aquellas tres criaturitas
encierran grande belleza.
Improvisa vestiduras
para que frío no tuvieran
y con caldo de un puchero
que está puesto en la candela,
donde flotan tropezones
y que huele a gloria eterna,
llenará lo cuatro cuencos
que pondrá en la vieja mesa.
y de un aparador viejo
saca ropa limpia y seca,
sin ocuparse de tallas,
sí, de que fueran bien gruesas.
Sin detenerse un minuto
lávalos con diligencia,
descubriendo con asombro,
tras echar la mugre fuera,
que aquellas tres criaturitas
encierran grande belleza.
Improvisa vestiduras
para que frío no tuvieran
y con caldo de un puchero
que está puesto en la candela,
donde flotan tropezones
y que huele a gloria eterna,
llenará lo cuatro cuencos
que pondrá en la vieja mesa.
en rebanadas pequeñas,
acompañadas de miel
y de crujientes cortezas,
manjares de casa pobre
que pronto van dando cuenta,
acompañadas de miel
y de crujientes cortezas,
manjares de casa pobre
que pronto van dando cuenta,
sin decir una palabra,
sin levantar las cabezas,
observando que los niños
por modales y maneras,
por las formas de comer
no son gentes de pobreza.
La niña, que es la mayor,
de ensortijada melena,
con ojos de verde mar,
claros como alba que llega,
anima a sus hermanitos,
con su sonrisa bien tierna,
a que se lo coman todo,
sin dejar nada en la mesa.
observando que los niños
por modales y maneras,
por las formas de comer
no son gentes de pobreza.
La niña, que es la mayor,
de ensortijada melena,
con ojos de verde mar,
claros como alba que llega,
anima a sus hermanitos,
con su sonrisa bien tierna,
a que se lo coman todo,
sin dejar nada en la mesa.
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