Y LLEGÓ LA HORA DE LAS PIRUETAS
Enmudecieron
recios tambores,
duermen silencios,
por los Alcores,
vivas trompetas,
cien saxofones,
hondas saetas,
heridas voces,
mil instrumentos
de dignos sones,
que ayer vagaban,
llenando el aire,
hueco soporte,
de tristes sones
de sacro porte.
Ya despertaron
los ruiseñores
que, en primavera,
buscan canciones,
paganas fiestas,
locos amores,
lanzando al aire,
dulces pregones,
trinos alegres,
preciados goces,
páginas vivas
de alegres portes.
Ferias y fiestas,
tienen su corte,
reyes y reinas,
sabios bufones,
grandes castillos,
palacios pobres,
solera añosa
y tradiciones,
ventanas francas,
flacos portones,
luces y sombras,
odios y amores,
y, sobre todo,
pisadas de hombres.
Los saltimbanquis,
artista nobles,
firman piruetas
de magno coste,
mudan dolor
cruel, innoble,
a alegre manto,
de mil colores.
Como gran mago,
el sabio hombre,
cambia, sin cuitas,
sus uniformes,
de humano roto,
contrito, pobre,
por el de dueño
de días, de noches,
y rey, señor de
las diversiones.
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