49 .- ¡ BUENOS DÍAS, MARCELA !
( cuento de un alfarero y una flor )
¡ Buenos días, MARCELA !
Ni el cajón de la mesa, ni la caja fuerte de la pared, ni el cuarto de los trastos, ni el oscuro sótano, ni el cubo sumergido n el pozo, ni la casita del perro..., sirvieron de morada para la flor en tiempo mayor que una noche.
La flor al amanecer aparecía encima de la mesa.
De nada sirvió la permanente guardia y vigilia de aquellos que la mancillaron y despreciaron durante muchas noches.
Hasta que el intruso y el amigo del intruso llegaron más tarde en su atrevimiento y arrojándola con violencia contra el suelo la convirtieron en miles de lágrimas multicolores.
¡ Qué alivio al verla destrozada, hecha añicos !
La sonrisa se fue multiplicando en sus rostros y todos, los ángeles y diablillos se fueron a celebrarlo en la gran fiesta del lugar.
Pero, ¡ Ay qué desdicha ! Al siguiente día otra vez estaba encima de la mesa la flor, sin que nadie supiera ni el cómo ni el cuándo.
Ni el calor del fuego, ni los dados con toda clase de objetos y herramientas, ni las heladas del más crudo invierno, ni los cortes del más templado acero..., sirvieron para romper la flor en tiempo mayor que una noche.
La flor al amanecer aparecía encima de la mesa.
Con tanto alboroto el pueblo despertó y todos los vecinos acudían a ver a su flor; mientras que el mandamás miedoso, el intruso y el amigo del intruso, con su gran barba, el cuentacuentos y el "cabezaescondidadebajodesusalas" anda buscando al alfarero...
¿ Cómo, que para qué ?
Para acabar con él, porque saben que hasta que no hagan esto la flor suya vivirá.
Marcela, si lo encuentran seguro que vendrán a decírtelo a la Radio; y si yo me entero de algo, te aseguro que seguirá siendo otro de mis secretos.
¡Ah, se me olvidaba decirte una cosa!
Que cualquier parecido de este cuento con la realidad no es pura coincidencia.
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