Desde un apartamento de aquellos edificios colmenas junto al mar, de Cullera (Valencia), en el 76, surge esta reflexión dedicada a nuestro único satélite, la Luna.
16 .- ¡BUENAS NOCHES, LUNA ( I )
¡Buenas noches, LUNA!
La cascablera, la de múltiples caras, la que perdiera su virginidad cuando los hombres jugando a ser dioses se posaron sobre tu rugoso rostro.
Luna de enamorados, de cuentos infantiles, de niños egoístas y caprichosos que la quieren para ellos solos, de inalcanzables reflejos en las aguas de pozos profundos de antaño.
Luna de nocturnos baños, de duendecillos y hombres lobos, de vampiros y murciélagos, de maletillas suicidas por el hambre y de toros celosos.
Luna con cara de actriz interminable; cornuda y sonriente al menguar, panzuda y chata cuando creces; tímida, oculta y no te quejas, llena de luz a veces y feliz; como avergonzada con un rostro rojizo de sangre.
¡Buenas noches, LUNA!
Me gustas cuando juegas con el Sol al escondite y te ocultas totalmente en un envite o te atreves con el astro rey, como muy osada, en convertirlo en luciente anillo de desposada.
¡Buenas noches. LUNA!
Que despiertas sueños de aventuras y que haces hablar a los poetas, que te meces en el cielo con lentitud y dulzura y te conviertes en blanco de atrevidas veletas.
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