Reflexión realizada en la localidad vecina de Tocina, donde ejercí mi magisterio durante tres años, en el 68 del pasado siglo, que tuvo también como alcalde a otro compañero del gremio, a Alejandro Sanz, no el cantante, por favor, con el que compartí piso en el mismo bloque de los maestros y que terminamos nuestro trabajo en El Viso del Alcor.
¡Buenas noches, Sol!
Que como dijo Jesús, debe salir para todos.
¡Buenas noches, Sol nuestro de cada día!
Que cuando ya duermes para nosotros, después de una jornada de incesante calor porque no paras en tu tarea, te vas con tu luz y tu ardor para iluminar y calentar otros rincones de nuestra Tierra con el fin de derrochar tus energías sobre ellos.
Tú, que como globo de fuego permites la vida de todo nuestro Planeta. Tú, que ya antes de su aparición en el horizonte comienzas a clarear nuestro cielo, que te asomas en círculo rojizo poco a poco, con timidez y que permites poder mirarte, que en tu regular periplo nos vas abrazando y abrasando; que al elevarte en la grandeza de tu orgullo de divinidad de pueblos viejos y nuevos, ciegas al osado que dirige su mirada hacia ti, que vas fabricando variadas sombras cuando las nubes no se interponen entre ti y nosotros; que juegas en contadas ocasiones, anunciadas por sabios astrólogos, al escondite con la luna; que derrochas generosamente energías - aunque por estas tierras nuestras te pasas un poco - sin distinción de clases sociales; que ennegreces pieles humanas, a unos para presumir ante sus semejantes, a otros, porque quizás sea de lo único que no carecen; que te escondes también con la misma lentitud y si apenas dándonos cuenta en tu ocaso de cada jornada; que alteras esta ante nosotros de forma periódica matemática, en orden admirable , desde el principio de los siglos hasta que te consumas en tu propia eternidad.
¡Buenas noches, Sol!
Sol de justicia e injusticia.
Sol de justicia que además de luz y calor y de salir para todos, eres el grandioso motor de nuestra vida; que quiebras con tu calor el agua solidificada, que la evaporas para formar nubes, que cuando descompones tu luz la conviertes en admirables arcoris, que vanidosamente y para nosotros te conviertes en la mayor y más importante de las estrellas; que suavizas con tu calor nuestro frío, que refrescas cuando te ausentas; que eres hasta capaz de fabricar relojes con las sombras que originas, siendo el elemento fundamental de nuestro inventado tiempo.
Sol de injusticia que en tu ansia abrasadora, en ocasiones, en lugar de vida, produces locuras y calores de muerte, que con tus rigores provocas y facilitas incendios destructores de elementos vitales que antes has contribuido a su nacimiento; que eres deseado y despreciado también, que te añoramos en momentos y te odiamos también; que a veces también acentúas tus rigores para los desheredados,que terminan acostumbrándose a los mismos por obligación, no por necesidad; que abundas en símbolos de países generalmente en subdesarollo, plenos de ironías y contradicciones, para los que solamente eres esperanza.
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