5 .- QUIEN MAL ANDA, MAL ACABA
Quien
mal anda, mal acaba,
dice un dicho popular
y el que niega la evidencia
es un cretino y patán.
Muchos están en la droga
por buscar la novedad,
entrando sin darse cuenta
en tan cruel enfermedad,
acabando bien perdido
por su absurdo caminar.
Otros al alcohol acuden
en su triste deambular,
convirtiéndose en guiñapos
al perder su dignidad,
sin razón que los sustente
mas que la de beber más.
Algunos aprenden pronto
el mal arte del hurtar,
creyéndose que lo ajeno
debe ser su propiedad,
terminando con sus huesos
en un siniestro penal.
Cualquiera por su violencia,
ejercida desde atrás,
puede sembrar de vil muerte
en arrebato fatal
a criaturas inocentes
ajenas a su maldad.
Existe el que tiene el hábito
de a todo el mundo juzgar,
sin motivos ni razones,
por el solo hecho de hablar,
acarreándose con ello
multitud de enemistad.
Los hay quienes encuentran
el placer en el medrar,
aplicando el todo vale
sin saber de libertad,
queriéndose comer el mundo
en su alocado escalar,
hasta que el poder le esquiva
y se caen del pedestal,
encontrándose en desprecio
y en la más cruel soledad.
No faltarán los que siempre
la razón quieren llevar,
los que ordenan a todas horas
y el resto a su son bailar,
hasta que encuentran su sitio
con la cura de humildad,
viéndose en la ignorancia
que le enseñará a callar.
Porque aquel que mal anda,
por aldeas o en ciudad,
su meta será la misma,
la de su mal acabar,
que todo lo certifica
la sapiencia popular.
dice un dicho popular
y el que niega la evidencia
es un cretino y patán.
Muchos están en la droga
por buscar la novedad,
entrando sin darse cuenta
en tan cruel enfermedad,
acabando bien perdido
por su absurdo caminar.
Otros al alcohol acuden
en su triste deambular,
convirtiéndose en guiñapos
al perder su dignidad,
sin razón que los sustente
mas que la de beber más.
Algunos aprenden pronto
el mal arte del hurtar,
creyéndose que lo ajeno
debe ser su propiedad,
terminando con sus huesos
en un siniestro penal.
Cualquiera por su violencia,
ejercida desde atrás,
puede sembrar de vil muerte
en arrebato fatal
a criaturas inocentes
ajenas a su maldad.
Existe el que tiene el hábito
de a todo el mundo juzgar,
sin motivos ni razones,
por el solo hecho de hablar,
acarreándose con ello
multitud de enemistad.
Los hay quienes encuentran
el placer en el medrar,
aplicando el todo vale
sin saber de libertad,
queriéndose comer el mundo
en su alocado escalar,
hasta que el poder le esquiva
y se caen del pedestal,
encontrándose en desprecio
y en la más cruel soledad.
No faltarán los que siempre
la razón quieren llevar,
los que ordenan a todas horas
y el resto a su son bailar,
hasta que encuentran su sitio
con la cura de humildad,
viéndose en la ignorancia
que le enseñará a callar.
Porque aquel que mal anda,
por aldeas o en ciudad,
su meta será la misma,
la de su mal acabar,
que todo lo certifica
la sapiencia popular.
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