3 .- NADIE SE MUERE DE PENA
Nadie
se muere de pena,
dice un dicho popular,
una verdad como templo,
por su cruda realidad.
Acaba la vida humana
por la cruel enfermedad,
por el terrible accidente,
por la locura del matar,
por el hambre que ya asola
a mitad de la humanidad,
por las absurdas guerras,
porque el corazón se para
sin querernos avisar,
por la maldita droga
que quita la libertad
y que concluye triunfando
en la batalla final,
por causa del terrorismo
que asesina sin piedad;
pero nadie de esta vida
se ausenta por su penar.
Sufre María con su Hijo
hasta su final fatal,
quedan sin llanto sus ojos
y tiene que continuar
su vida con tanto vacío
repleta de gran pesar.
Pierden los padres al hijo
y todo continúa igual,
el hijo pierde a sus padres
y parece natural,
desaparece un ser querido
y se asiste al funeral.
La pena sigue que sigue,
nadie se muere por tal.
La muerte inesperada
hasta nos hace gritar,
nos rebelamos contra ella,
pero sigue nuestro andar.
A la muerte que es injusta
no la entendemos jamás,
se nos rompe el corazón,
pero sigue el laborar.
Se acaban las muchas lágrimas
de tanto llanto y penar,
y la muerte sigue ajena,
que no es día de su llegar,
por más que uno la reclame
a la corte celestial.
Que nadie muere de pena,
verdadera realidad,
como la otra de morirse
que a todos nos llegará.
dice un dicho popular,
una verdad como templo,
por su cruda realidad.
Acaba la vida humana
por la cruel enfermedad,
por el terrible accidente,
por la locura del matar,
por el hambre que ya asola
a mitad de la humanidad,
por las absurdas guerras,
porque el corazón se para
sin querernos avisar,
por la maldita droga
que quita la libertad
y que concluye triunfando
en la batalla final,
por causa del terrorismo
que asesina sin piedad;
pero nadie de esta vida
se ausenta por su penar.
Sufre María con su Hijo
hasta su final fatal,
quedan sin llanto sus ojos
y tiene que continuar
su vida con tanto vacío
repleta de gran pesar.
Pierden los padres al hijo
y todo continúa igual,
el hijo pierde a sus padres
y parece natural,
desaparece un ser querido
y se asiste al funeral.
La pena sigue que sigue,
nadie se muere por tal.
La muerte inesperada
hasta nos hace gritar,
nos rebelamos contra ella,
pero sigue nuestro andar.
A la muerte que es injusta
no la entendemos jamás,
se nos rompe el corazón,
pero sigue el laborar.
Se acaban las muchas lágrimas
de tanto llanto y penar,
y la muerte sigue ajena,
que no es día de su llegar,
por más que uno la reclame
a la corte celestial.
Que nadie muere de pena,
verdadera realidad,
como la otra de morirse
que a todos nos llegará.
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