200 .- UN CHAPUCERO PARA LA GLORIA
CAPÍTULO TERCERO
A causa de aquel tropiezo
al suelo cae su maleta,
que se abre en un plis plas,
como si juguete fuera,
descubriendo el contenido
de todo lo que ella encierra.
El curita raudo acude
para recoger las prendas,
empezando por la cruz
que le parece bien bella
y que cuando está en sus manos
le produce tembladera,
como si tuviera magia
y gran calambre le diera.
San Pedro coge su carta
y al buen hombre se la enseña,
cesando su dulce tiemblo
cuando comprueba las señas.
él se la llevará al Papa
con tal de salvar su afrenta,
pues ponto verá al Pontífice,
a la hora de la merienda,
para llevarle su leche
y unas poquitas galletas,
por ser el fiel servidor
encargado de tal tarea.
Devolviéndole la cruz
y guardando en la maleta
el libro y el ordenador
su labor bien la completa,
dejando que el Santo Pedro,
que el cura ignora quien era,
la cierre con inquietud
y el favor agradeciera,
esperando que del mismo,
pronto reciba respuesta.
que al peregrino refresca,
siéntase aquel primer Papa
que la Cristiandad tuviera:
lo grato de aquel lugar
a un dulce sueño le lleva,
que despierta admiración
de los fieles que le vieran.
¿Quién será ese caballero
que tal placidez duerma
y que aprieta su maleta
junto a su pecho, con fuerza?
El Viso del Alcor, 7 de Junio de 2024
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