145 .- MÁS SOBRE EL AZAHAR
LO QUE EL BARRENDERO SE LLEVÓ
Y, al fin, la
lluvia se fue,
y, en el alcor, los naranjos,
sin dudarlo ni un momento,
con el rey sol, se aliaron,
y explosionaron alegres,
vistiéndose, con agrado,
con un manto de azahar,
blanquecino, perfumado,
que, a los dormidos sentidos,
con sutileza, embriagaron,
con el blancor de sus flores,
con sus aromas hieráticos,
con su inmaculada trama,
con su primaveral canto.
y, en el alcor, los naranjos,
sin dudarlo ni un momento,
con el rey sol, se aliaron,
y explosionaron alegres,
vistiéndose, con agrado,
con un manto de azahar,
blanquecino, perfumado,
que, a los dormidos sentidos,
con sutileza, embriagaron,
con el blancor de sus flores,
con sus aromas hieráticos,
con su inmaculada trama,
con su primaveral canto.
y
cuando, al fin, los naranjos,
plenos de tanta belleza,
con tanta belleza, ufanos,
decidieron blanquear,
los espacios más cercanos,
tejieron sobre los suelo,
tapiz de efímero blanco,
con las flores de azahar,
que les habían sobrado,
argumento destructor,
del barrendero del barrio,
que, ajeno a blancos primores,
con certeros escobazos,
rompió el breve hechizo,
de este poema de un algo.
plenos de tanta belleza,
con tanta belleza, ufanos,
decidieron blanquear,
los espacios más cercanos,
tejieron sobre los suelo,
tapiz de efímero blanco,
con las flores de azahar,
que les habían sobrado,
argumento destructor,
del barrendero del barrio,
que, ajeno a blancos primores,
con certeros escobazos,
rompió el breve hechizo,
de este poema de un algo.
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