Miércoles, día 30 de agosto
CAÍ
EN LA TENTACIÓN
Por no caer de antipático o algo más o peor,
que nada tiene que ver con manías ni mi intención no es la de llamar la
atención ni ser motivo de habladurías tontas y sin sentido, después de la cena
de despedida del Marchena y de la copa de la Góndola, no sé a quién se le
ocurrió la idea en esta ocasión, pero lo cierto es que aparcamos en el Bingo,
dispuesto, por lo menos ellos y más ellas, a que la comida nos saliera gratis o
que se repitiera la suerte de una de las noches anteriores. No quiero creer en
gafes, pero pocas oportunidades tuvimos para ganar algo y entre bromas y risas
se acabaron las partidas de la noche sin una sola y mísera línea que llevarnos
a la boca, que al final hubiera satisfecho a cualquiera de los más exigentes
del principio.
Hay que ver con la facilidad con que se
pierde el dinero y con la rapidez que transcurren las jugadas y me decía Rafaelín,
fenómeno curioso este, el de cómo se te van los cuartos aquí sin apenas darte
cuenta y luego, eres capaz de recorrer tiendas y más tiendas para ahorrarte
doscientas o trescientas pesetas en alguna prenda. ¿Qué tendrá el juego? Eso
precisamente, el saber enredarte y si malo es perder, peor es el que alguna vez
ganes, porque sus redes entonces pueden ser mayores y más seguras hasta poder
dominarte, entre otras cosas, porque lo que puedas ganar no llegará nunca a
resolver ni cambiar tu situación.
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