Lunes, día 12 de junio
LA ÚLTIMA PEGADA
Había
que hacerla, no por la pegada en sí, pues ya había bastantes carteles y
convencido que los votos no se iban a alterar con ella o sin ella; sino porque
en campaña cualquier actividad, y en esta de manera especial, sirve para
acercarnos a los que estamos en el mismo barco.
En
la tranquilidad de la noche y con gente aún en la calle, estás dando testimonio
de algo y por ello, sin timidez, con descaro, coges la brocha y anuncias tu
mercancía.
La
conversación política se hace más íntima, aparecen los recelos que pronto se
espantan, brotan sueños que deseas que pronto se hagan realidad en las urnas,
se desata el ingenio de algunos que te provoca la sonrisa y hasta la carcajada
a veces. Pones en práctica una ética de la “pegada”, que no siempre es
respetada y sálvese quien pueda.
Y
si no vas preparado, los brochazos, los despistes, los chorreones y el aire, que
casi nunca faltan, te llevarán a recibir la bronca de tu mujer al día siguiente
cuando vea como ha quedado el pantalón o la camisa.
Había que hacerla, porque no es lo mismo que vengan de fuera a hacerte esta faena a base de talón, a que ella se realice a base de riñón. De tal manera ocurre esto que cuando terminas esta y pasan las elecciones te parece a veces que te falta algo.
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