Domingo, día 26 de marzo
AL HERMANO POBRE TODO SE LE
CONVIERTE EN PULGAS
Había una familia con cinco hijos, todos ellos en muy
buena posición, menos uno que no lo estaba tanto y en fechas determinadas…
Así podría empezar cualquier clásico de los cuentos y
nadie lo echaría en falta por su reiteración y carencia de originalidad o por
lo manido del asunto; pero no, no se trata de ningún cuento, sino de la más
absurda de las realidades.
- No
sé si podré ir porque mi madre ya tiene preparada la comida para hoy y para
todos y no me agrada dejarla colgada.
Y
esto sí que es un cuento y a la hora de comer todos aquí, como clavos y
con un apetito de monseñor de los
escritos picarescos.
- Oye,
que vamos a ir a comer a tu casa, porque queremos despedirnos de la abuela y no
preocuparos porque nosotros llevaremos los pollos.
Si
fueran estos dos sólo, pero no, vienen todos y en lo del apetito tampoco se
quedan atrás; además, lo triste de todo es que los pollos no aparecen por ninguna
parte…
Y
así, en una y otra fiesta, con eso de estar todos los hermanos reunidos, ¡Qué
alegría! Sin embargo, yo también los tengo, dijo el hermano pobre, y hasta me cuesta reunirme para
comer con alguno de ellos…
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