Jueves, día 20 de abril
¡QUÉ
AJENO ESTABA EL PEQUEÑO!
Lo vi en televisión en el telediario de
la noche: un pequeño de pocos años se escapaba de sus cuidadoras y familiares y
sonriente y feliz lleno de curiosidad señalaba al féretro que envuelto en una
bandera española y portado por unos soldados había sido descendido de un avión
procedente de Chipre, portando en su interior el cadáver de Pedro Aristegui,
embajador de España en Líbano y muerto en un bombardeo.
El avión, los soldados, la música
militar…, todos son alicientes más que suficientes para cualquier pequeño; lo
que él no alcanzará a entender ahora es que su padre se le ha marchado para
siempre o si se lo explican hasta le puede resultar grandioso.
¡Qué panorama más distinto del actual
Líbano al que recuerdo de cuando yo era joven; paraíso de ensueño, envidia por
lo que se carecía, refugio de los poderosos económicamente, lugar de paz y
felicidad material…!
Hoy y desde hace algunos años una
guerra fratricida lo tiene prácticamente destruido; el negocio de las
multinacionales de la guerra obtiene allí unos dividendos importantes; terceros
países defienden intereses creados; la muerte se ve como algo natural y nadie está
libre de ella.
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