Viernes, día 14 de abril
LA
ANORMALIDAD DE LO NORMAL O VICEVERSA
Hemos estado en una fiesta para los
franceses que realizan un intercambio y
sus correspondientes españoles, entre los que se encontraban nuestros “mellis”
y desde la perspectiva de nuestros más años, puede verse como normal que
jóvenes en esa edad tan difícil de las alrededores de los quince, en los que no
se es “nada” – ni niño ni jovenzuelo, sin dejar de ser ambas cosas todavía - ,
rota las ataduras de lo que se entiende como normas a veces excesivamente
estrictas, griten más de la cuenta, hagan payasadas, beban alcohol que nunca han bebido, se dejen llevar
por la euforia de una libertad estrenada y casi en la creencia de ya
conquistada; pasando a la anormalidad explicablemente generada y consentida.
Y una vez envuelto en esta aventura el
que tú pretendas ausentar de tal jolgorio a los tuyos, no por anticuado ni
porque creas ver algún mal en ello, sino simplemente porque así lo entiendes,
como algo normal, puedes caer en la anormalidad.
Quizás puedan también existir normas
diferentes para colectivos diferentes. Para nosotros, por ejemplo, que se besen
dos chicas o un chico con una chica, no nos resulta chocante; que lo hagan dos
chicos ya se convierte en algo anormal. Que uno se esté acostando habitualmente
a las diez de la noche quiera irse a la cama aquí todos los días a las tres o
las cuatro de la madrugada, resulta anormal por una parte y normal por aquello
de poder aprovecharse de la no existencia de esos condicionantes anteriormente
señalados como norma suya.
Y más anormal aún el que una joven
casada acompañada por su marido y de un grupo de adultos, se vea avasallada por
uno de estos mozos, con alcohol mal ingerido
y peor asimilado, que la bese en la boca en presencia de todos y que
pudo además crear un altercado, termine
con la boca rota, que hubiera sido lo normal respuesta a la mencionada
anormalidad.
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