128 .- EL MAR, EL ÁRBOL Y EL VIENTO
Mujer, ¡Qué no encuentro tiempo
para disfrutar del mar!
De sus divertidas olas,
cantos de espuma y de sal,
que se quiebran, juguetonas,
en el cambiante orillar.
Madre, ¡Qué no encuentro tiempo
para yo, un árbol sembrar!
Que crezca, que me dé sombra,
que yo lo pueda regar
y que mis ojos lo vean
desde el viejo ventanal.
Hijos, ¡Qué no encuentro tiempo
para el viento, oír silbar!
Silbos que el viento compone
con su aire de cristal
y, en las noches de los miedos,
no se cansen de ulular.
Mujer, madre, caros hijos,
ayer, hoy y algo más allá,
cómplices de mis arcanos,
esencia de mi verdad,
con complacencia, yo os digo:
si el tiempo no puedo hallar,
el mar, el árbol y el viento,
con prisas, los voy a inventar.
Mujer, en tus blancas manos,
mi mar se reflejará,
y sus atrevidas olas,
mil lágrimas derramarán,
sobre mis cansados ojos,
que sueñan con ver la mar.
Madre, entre tus raíces.
mi árbol, al fin, crecerá
y por su frondosa copa
las sombras se esconderán,
devolviéndole a a mis horas,
árbol que quise sembrar.
Hijos, en vuestros oídos,
mis vientos galoparán,
y fuentes de inquietos aires
melodías silbarán,
rescatando del olvido
los vientos del bien cantar.
Inventé el árbol, el viento
y un maravilloso mar,
y, en apenas unas pizcas
de tiempo, frágil cristal,
se diluyeron los tres,
se murieron a la par.
Borré sentido fracaso,
volví a la realidad.
El mar que había inventado
no supo nunca mojar,
el árbol, no daba sombra,
el viento no llegó a silbar.
Los tres huyeron veloces
por miedo a su verdad.
Mujer, madre, caros hijos,
sólo me queda esperar,
que los hados sientan pena
de este sencillo mortal,
y me regalen los tiempos
que derrochan los demás,
para cumplir mis deseos,
para dejar de soñar,
para sembrar árbol hermoso,
para el viento, oír silbar,
para sentir en mi piel
las caricias de la mar.
El Viso del Alcor, 5 de Septiembre de 2022
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