En los dibujos de Adela, concretamente en sus rostros, siempre encontramos alguna sorpresa, que posiblemente responda a una gran imaginación, pero en cierto modo contenida. No sabemos si ello es debido a sus modelos escogidos o es que brota de su interior, queriendo romper y quedándose a mitad de camino.
De los dos rostros que asomamos hoy, realizados ya hace algunos años, sabemos que no son actuales, porque ello así nos lo ha dicho, el primero de ellos encierra la timidez de los primeros pasos; sin embargo, encontramos en el mismo como un grito de rebeldía.
El segundo es bien distinto, encontramos más atrevimiento y originalidad; es como un escape de su imaginación sin su rotundo permiso. Resulta, al verlo por primera vez, hasta algo chocante, como decimos por aquí.
Hay más dibujo, más firmeza que en el anterior, y cuando lo vas observando más de una vez, poco a poco te atrapa, sin saber el porqué.
Qué mundo más interesante el de los niños; cuando no nos impresionan con sus gestos, con sus palabras ya hechas frases, con sus interrogantes, que buscan respuestas en sus mayores, lo hacen con sus dibujos, donde el color, aunque tímidamente a veces, también nos hablan.
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