40.- GENTES
Pasé por anchos caminos
y por angostas veredas,
por mil amplias avenidas
y por callejas estrechas;
viajé por luengos mares
y por lejanas riberas,
por ríos de claras aguas
y por mil verdes praderas;
volé por celestes cielos
y por la humeante niebla,
por algodonadas nubes
y por lo alto de las sierras.
Por todas partes he visto
gente de toda ralea:
pobres y desheredados
que matan por sus miserias,
ignorantes y truhanes
dueños de grandes riquezas,
tímidos y pusilánimes
que guardan hondas tristezas,
jovencitos y mayores
que lo que ganan, se juegan,
alcohólicos y chispos
que mueren en las tabernas,
engreídos y soberbios
que babosean roña negra,
chismosos y parlanchines
que hieren con pérfida lengua.
Mala gente, que al andar,
van corroyendo la tierra,
destruyendo, sin descanso,
lo bueno que queda, en ella.
También en mi caminar,
yo descubrí gente buena:
trabajadores y artistas
que hacen muy bien sus tareas,
mayores y jovencitos
que laboran, cantan, sueñan,
locos y comprometidos
que, en ayudar, sólo piensan,
campesinos y aldeanos
amantes de ingrata tierra,
habitantes y vecinos
con casas de abiertas puertas.
Buena gente que camina
con la verdad por bandera,
reparando viejo mundo,
con los pies sobre la tierra.
Pasé por anchos caminos
y por angostas veredas,
por todas parte, yo vi,
gentes de todas raleas
que, en un cierto mañana
me encontraré yo, con ellas,
dentro de unos campos santos,
bien debajo de la tierra.
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