miércoles, 20 de octubre de 2021

RECUERDOS DE LA CIUDAD DE RONDA

 


             ARCO DE FELIPE V y del rincón conocido en el mismo como eL SILLÓN DEL MORO

                    Nuestro primer destino docente, como maestro, de los dos, fue a la ciudad de Ronda. Aunque un par de años antes, habíamos sido destinados a la Estación de Cártama uno y el otro a Álora, localidades ambas también de la provincia malagueña, pero no pudimos ejercer el magisterio por tener que cumplir con el servicio militar. Durante el curso escolar de 1963-64 nos vimos trabajando en el Colegio Nuestro Padre Jesús, en el barrio de igual nombre, al que accedíamos en algunas ocasiones a través de este arco que aparece en nuestra plumilla de hoy, bien cercano a la fuente de los ocho caños y a la Iglesia también nominada como de nuestro Padre Jesús.

                    Un año que fue más que suficiente para que descubriéramos los encantos de esta bella ciudad y en donde, en su conocido Hotel Victoria, celebramos una de nuestras primeras exposiciones de dibujos y pinturas, como homenaje al poeta Rilke.

                    Recordamos como anécdotas curiosas muchas, de las que me agrada detenerme en dos de ellas. La primera es la llevar en nuestra maleta, llena de ilusiones, un muñeco de guiñol, al que llamábamos "Chicharito", fabricado por nosotros mismos, y que nos sirvió para encandilar un poco a los pequeños de aquella zona, bastante deprimida, en momentos de clase o en tiempos libres, ayudándonos incluso a atraer la atención de los pequeños hacia los diferentes conocimientos de los que estaban bien necesitados. 

                    Y la otra, más divertida, la que vivimos los dos, pero protagonizada por Clemente cuando una tarde, terminada la jornada escolar, se le ocurrió hacer un retrato a un pequeño gitano, ya que muchas familias de esta etnia habitaban la zona por entonces, por ser un niño que tenía bastantes atractivos. Durante algunas tardes le sirvió de modelo y como no venía sólo, la recompensa era prepararles alguna merienda, consistente normalmente en un vaso de leche y unas galletas. Esta tarea se llevaba a cabo en una de las casitas de maestro que nos asignaron. Acabado el retrato volvimos a la rutina de otros días, ya sin ellos. Pasaron unas jornadas y estando al salir de clase en aquel hogar que sólo utilizábamos para estos menesteres, pues vivíamos en una pensión, sentimos un cierto alboroto acompañados de risas en las cercanía de la puerta, así como unos tímidos golpes en la misma. Y al abrirla nos sorprendió la presencia de una media docena de pequeñajos, bastante desarrapados, no de la clase de Juanito, a los que apenas conocíamos, que a coro nos pedían, principalmente al de las barbas, que clemente ya las llevaba, con un deseo único por parte de todos, y que repetían como si lo hubieran ensayado antes, aquello de "¡Maestro, maestro! ¡Píntanos!".Convencidos estábamos, de que no vinieron por amor al arte, sino por la merienda... 

                    Volviendo al dibujo, en este Arco de Felipe V, adosado a él existe un poyete de piedra que es conocido como "el Sillón del Moro", donde según cuenta la leyenda, en él se sentaban un capitán cristiano y una bella joven musulmana para declararse su amor. Las familias de ambos presentaban firme oposición hacia esta relación. El padre de la joven un planeó hacerle una emboscada al joven capitán para darle muerte y acabar con el problema. Enterados los jóvenes decidieron huir y de tal forma fueron acosados que cuando llegaron al Tajo y vieron que no tenían otra salid, abrazándose, se lanzaron al vacío, muriendo inmediatamente. 

                    El padre de la joven quedó aterrado al ver lo que con su acción había provocado. Sigue contando la leyenda que jamás se perdonó la muerte de su hija y desde aquel trágico momento se pasaba los días sentado en el sillón de piedra, donde los amantes se mostraban su amor.

                    Y las gentes al ver a aquel viejo moro sentado en aquel poyete  de piedra dieron por llamarle "el Sillón del Moro".  


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