Entrega nº 4
Que
la familia ejerce una notable influencia en los menores de sus componentes es
algo bastante evidente; así que no es raro encontrarnos con pequeños que son
aficionados al cante, por ejemplo, porque sus padres cantan bien y a todas
horas o cuántos niños existen que de mayores quieren ser como sus progenitores.
Y entre muchos otros factores, también tiene evidencia el tema de la genética;
por lo que tampoco es motivo de asombro el encontrarnos con pequeños que tienen
los mismos gustos o incluso los mismos andares, como su padre o su madre o las
mismas aficiones que sus abuelos.
Todo esto sirve como preámbulo para la
presentación de otra persona, de muy pocos años, que desde bien niña era
atraída por aquello de gastar más folios, hojas de su bloc y lápices que otros,
que a lo mejor lo que preferían era dar patadas a un balón, estar todo el día
viendo los dibujitos de la tele o disfrazándose; pero además con el añadido de
que sus “garabatos”, de los que no muchos se libraron en la niñez, tratando de
dibujar a sus “papis”, a sus “amiguitos” o a los “compis” de la guardería, eran
mejores; porque sabía mirar y observar a sus iguales con mejores ojos y mayor
atención. Jugando también con la ventaja de que a sus mayores les gustaba eso
de dibujar y pintar y les resultaba esta actividad como algo familiar.
(Así la veía su abuelo Clemente con un par de añitos, más o menos)
MARTINA CALABUIG FRANCO es la nieta mayor de Clemente Calabuig, mi repetido, apellido ilustre de la pintura local en El Viso del Alcor, y es la primogénita de Clemente junior, que también se desenvuelve con bastante soltura, por sus estudios de arquitectura y por que también se llevó un buen racimo de “genes” de su padre en este medio artístico.
(Y Martina va creciendo en todo)
Otra Calabuig que se asoma a esta ventana del dibujo y la pintura con sus poquitas primaveras, lo que quiere decir que tiene mucho tiempo por delante para aprender, si no se aburre en el intento, y para que pueda disfrutar con este noble quehacer más que interesante y grato.
(Es la primera obra que colgamos de Martina y vendrán muchas más)
Los
que tenemos la fortuna de conocerla algo hemos podido comprobar que ya
convertida en una linda preadolescente, sigue siendo casi igual que de
pequeñita. Una niña alegre, sencilla, aparentemente algo tímida y que todo lo
que hace le sale bien, que no es poca suerte; porque ella misma lo dice, es una
perfecta luchadora, aunque le guste más considerarse como una estupenda
guerrera, sin bombos ni platillos. Educada y excelente persona, una verdadera
joya, con la enorme ventaja de que no es nada creída; responsable al máximo en
sus estudios y que adornada de todas estas virtudes hasta incluso es divertida
y sabiendo no entrar nunca en el capítulo de la típica “empollona”.
(La segunda obra de Martina. Promete ¿verdad?)
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