Entrega nº1
Otro precoz “CALABUIG”,
con sus sólo 10 años, asoma sin timidez y con cierta osadía en el mundo del
Arte.
El
titular puede parecer algo pretencioso, pero juzguen ustedes al ver algunos de
sus dibujos, de estilo manga, si el vocablo de precocidad es el acertado o no, cuando todavía no ha cumplido los 11
años.
Diego
Calabuig Mateos, que así se llama la criatura, dice su abuelo Clemente que es
un buen chico en todos los aspectos, lo propio que diría cualquier otro abuelo,
¿verdad?, ya que estos no entienden al hablar de sus nietos generalmente que
nada más tienen bondades; dejando para sus padres, que día a día descubran
otros tipos de comportamientos no tan amables.
(Así era Diego de pequeñín)
De todas formas, tanto Clemente como su mujer Rosa, que ejercen estupendamente como abuelos, lo conocen bien para coincidir en esta apreciación, ya que han convivido con él y los suyos: sus padres, Diego como él, y Silvia; así como con sus dos hermanas, Alejandra, hermana mayor y la benjamina Valentina, en muchas ocasiones desde su nacimiento en El Viso del Alcor, en la capital de Austria la bella y encantadora Viena, donde pasaron temporadas, sobre todo invernales, llenas de descubrimientos para ellos, y en aquella época en que su padre, arquitecto, se vio obligado en tiempos de crisis laborales, no como en la maldiciones que padecemos actualmente que nos amenaza nada más y nada menos que la salud, a experimentar en sus carnes y en la de los suyos, las bondades y miserias, en el sentido de estar lejos de los suyos, de la emigración; al igual que con frecuencia pasan actualmente días en su residencia habitual en otra ciudad cosmopolita de la Costa del Sol andaluza, como es Marbella.
(Con su hermana mayor, Alejandra)
Sigue señalando su abuelo que, por todo lo señalado con anterioridad, es buen conocedor de Diego, que una de sus aficiones que siempre tuvo fue la deportiva, como a la mayoría de los niños de ahora y de antes. Recuerdo, por mi parte, la ilusión que tenía cuando como regalo recibió un balón de reglamento, de los de verdad, como él mismo decía o lo bien que lo pasaba, cuando viajaba para encontrarse con sus abuelos, sin olvidar de su colección de motos y coches que siempre le acompañaban y con los que pasaba horas y horas jugando en el gran salón y junto a la chimenea. Y bien, me continúa recordando Clemente q ue ahora, aún algo sorprendente por su corta edad, destaca de forma clara en el tenis y el pádel, jugando ya incluso competiciones locales e interprovinciales que le permiten venir a jugar hasta Sevilla con bastante frecuencia o de su osadía, cuando se da el caso de que falte algún adulto del cuarteto necesario para participar en el juego, y en el Club al que pertenece, de prestarse a sustituirlo o que incluso a veces sea reclamado por los mayores.
Diego últimamente y emulando a su
hermana mayor, que le dio por estudiar el manejo del violín y que no lo hace
nada mal, está demostrando, como su padre, su afición a la guitarra española,
haciendo los primeros pinitos con ella.
Y termino esta primera entrega con el
convencimiento de que esta tan grata sorpresa en torno al arte nos viene a
confirmar que se nace en muchas ocasiones con genes de nuestros progenitores y
en él hay dos muestras claras, la de su padre, excelente dibujante y diseñador
con las nuevas tecnologías en torno a su profesión de arquitecto, ya que el
dibujo era muy exigente desde el comienzo de la Escuela Superior; así como los
de su abuelo Clemente, mi repetido, que sin dejarme llevar por la pasión,
considero que es de los mejores creativos que he conocido en mi vida, siendo
una de sus mayores aportaciones la de soportar sus obras siempre en un buen
dibujo.
Sí, hermano, estoy contigo y le auguro
y deseo un buen futuro en lo artístico, si sigue aprendiendo y sudando en ello
y no se desvía a otras actividades que le atraigan más y lo hagan más feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario