Entrega
nº 17
EN RECUERDO DEL
DIBUJANTE QUINO
Felipe, Miguelito, Susanita…, todos los
amigos de MAFALDA, a pesar de su papel secundario también brillaban con luz
propia en sus tiras cómicas.
Felipe fue el primer amigo de Mafalda,
a la que conoció porque vivían en el mismo edificio. En el año 1964 tenía 7
años y siempre tuvo un año más que ella. Personaje muy imaginativo, hasta el
punto de que cree que la mayoría de sus sueños, por no decir todos, son reales;
siendo un gran admirador del Llanero Solitario. Es Felipe el polo opuesto a
Mafalda en varios aspectos y quizás por ello, es su mejor complemento.
Sin ninguna duda es un chico fantástico,
con un corazón de pan , como se llama en Argentina a los niños que son buenos y
que aquí decimos que son un pedazo de pan; muy generoso e inocente, al que le
cuesta un montón el hacer los deberes de la escuela e incluso ir a ella. En la
mayoría de su tiempo construye mundos de fantasía que le distraen de la
realidad que le rodea y por ello, vive siempre agobiado por sus tareas
escolares y por mantener la atención en ellas. Todo esto le lleva a ser “el
gran indeciso” del grupo de amigos.
Le gusta jugar al ajedrez y cuando sea
grande quiere ser un buen ingeniero como su padre. Posee amor por la justicia y
es bastante enamoradizo; pero incapaz de confesar el amor de niño que siente por
su vecina del barrio que se llama Muriel.
En sus tiras aparecen frases muy significativas,
que lo definen estupendamente, como la de “No dejes para mañana lo que tengas
que hacer hoy…; desde mañana mismo empiezo”, o la de “Siempre hay un sarcástico
materialista dispuesto a estropearnos la fantasía.” Sin olvidar aquella otra en
que dice: “La voluntad debe ser la única cosa en el mundo que cuando está
desinflada necesita que la pinchen”, o la de “Cuando uno no sabe qué decir, no
sabe cómo decir que no sabe qué decir”. Y por último, entre muchísimas por el
estilo, la de aquel pensamiento que le acompaña cuando está repanchingado en su
silla, de “Si yo fuera un agitador, la Policía engordarííía …”
Y seguro que el pequeño Felipe, el que
cuando sigan pasando los años, siempre tendrá, como señalé al principio, un año
más que su amiga MAFALDA, seguirá viendo la vida de manera más sencilla que su
inigualable amiga, más como el niño que es.
¡Gracias, QUINO, por tus criaturas!
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