jueves, 17 de septiembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 1, Escrito 9

CUIDADO CON “LAS BALCONADAS”

      Sin ánimo de polemizar, ni de buscar más pies de la cuenta a los muchos gatos que pululamos por las, ahora, desiertas calles y tejados de esta España que tanto queremos en épocas difíciles de Santa Bárbara la Tronadora, reflexiono sobre el “uso” y “abuso” de las que llamo, sin pensar en el acierto de la nominación, “BALCONADAS DE LAS OCHO”.

     Lo que comenzó siendo una manera pura y espontánea de homenajear a los muchos sanitarios, denostados injustamente en algunas ocasiones; ampliada posteriormente a todos aquellos que, al servicio de la comunidad, se dejaban la piel y algo más en cuidar y atender a los muchos contagiados, en sus padecer y sus necesidades. Con algunos fracasados intentos de “caceroladas”, inoportunas y despreciables, dirigidas contra el Jefe del Estado, Felipe VI, y procedentes de los “podemitas” y sus adláteres.

     Las primeras palmas sonaron a canto celestial y los ocasionales cantos de profesionales y aficionados tintinearon a música venida del cielo, o mejor, de los balcones y terrazas, convertidas en mágicos escenarios de franca solidaridad. De aquí se pasó al intercambio de reconocimientos mutuos entre los anónimos protagonistas de esta bonita y emotiva historia de un pueblo que, esperanzado, sueña con el regreso a la normalidad cotidiana.

     La costumbre, algunas veces, se convierte en práctica monótona, robándole a su nacer, parte de su esencia original. Y aparecen los “graciosos” de siempre; los “peligrosos” armados; los que confunden la “velocidad” con el “tocino”; los irrespetuosos y los buscadores de llamar la atención a costa del todo vale.

     Y aquello que nació puro, aplaudible, espontáneo, sincero, que no se nos vaya de las limpias manos, de las sanas intenciones y termine su recorrido, convertido en rutina chabacana.

     Fuera de esta reflexión, oportuna o no, seguiré aplaudiendo a todos los que, en su papel de hombre, dan ejemplo de alta hombría.


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