Entrega 1. Escrito 1 (23 de
marzo de 2020)
LO QUE PUDO SER UN GRAN DÍA,
UN AÑO DESPUES DE RECIBIR EL TÍTULO DE OCTOGENARIO, SE QUEDÓ EN INDESEADO
ENCIERRO COLECTIVO.
Nunca pudimos imaginar que unos VIRUS,
insignificantes “criaturas”, pudieran propiciar una inusual hecatombe, como la
que estamos padeciendo. Jamás de los “jamases”, habíamos conocido una situación
en la que la fragilidad humana se pusiese de manifiesto en grado sumo. En
nuestra breve vida de mortales siempre insatisfechos, no nos dio por pensar en
tener que soportar, con talante conformista, la mutación de la vivienda
habitual en cárcel permanente, donde sólo se nos permitió unas migajas de
folclóricos y sinceros aplausos de reconocimiento a los héroes y santos que,
ayudándonos, desde su anonimato, luchaban por derrotar a los “BICHOS”.
Hace tan solo un año, ni un día más ni uno
menos, nos reuníamos, rebosantes de alegría, las familias al completo de los
Calabuig, para celebrar como Dios manda, la recepción de los títulos de
OCTOGNARIO. Gran día, repleto de inolvidables momentos, encuentros emotivos,
sobra de gratificantes sorpresas, especiales regalos y todo aquello de bueno
que tienen las buenas celebraciones, relativo a la manduca, al buen beber, al
mejor ambiente y al inevitable recordatorio del luengo pasado.
Hoy, nos encontramos en el polo opuesto de
lo deseable, por mor de unos “bichitos” creados por el hombre y por la
ineptitud de unos dirigentes políticos que antepusieron ideales partidista a la
obligación de salvaguardar la vida de los ciudadanos, sin pensar en las funestas
consecuencias que los malditos virus nos están infringiendo. Reyes coronados,
dueños y señores de la vida y de la muerte.
De esta ensoñación, de este macabro cuento
sólo sabemos su origen y poco más, sus malas intenciones, su apariencia de no
ser nada, su traza de algo pasajero, menguante de vidas humanas, su apariencia
de moderna peste y… ¿qué más pensar de esta legión insaciable de malignos
seres?
Desde el lejano oriente, en un pequeño
enclave de la China milenaria, Wuhan, diste la cara y su funesta y macabra cruz.
Y fácil te resultó exportar al mundo entero, ocupado en banalidades, adocenado,
adormecido en el pasotismo y en una insana globalización.
Peor que las plagas de Egipto, peor que
las pandemias de peste en la Edad Media, peor que el apocalipsis de las
existentes guerras de todos los tiempos, peor de lo peor que los humanos pueden
pensar, nos dibuja el panorama del hoy y la negritud del mañana cercano. En
estos nuevos tiempos de avanzadas tecnologías, pleno de insolidaridad, de
pobres y de ricos, de sabios y de ignorantes, de sobrados experimentos con la
sexualidad, con la familia, con la eutanasia, con el aborto, con la política y
los políticos, habrá un ANTES y un DESPUÉS del CORONAVIRUS.
Mientras, seguimos enclaustrados en
nuestras viviendas por tiempo indefinido, seguiremos soñando, esperanzados en
que llegará el día en que volvamos adueñarnos de la calle y gozar del aire y
del sol y de todo lo bueno que nos rodea y, al tiempo, aprovecharé, en
connivencia con el ordenador y el mucho tiempo libre disponible, para escribir
notas, impresiones,, pequeñas crónicas, poemas, frágiles memorándum, y cuanto
se me ocurra relacionado con la que no olvidaremos PANDEMIA del 2020.
No hay comentarios:
Publicar un comentario