Viernes, 10 de mayo de 2019.
A 14 días de las BODAS DE ORO.
NUEVE BIENAVENTURANZAS (II) Y NUEVE PIROPOS DE
FERIA.
BIENAVENTURANZA
SEGUNDA
Bienaventurado
aquel,
sembrador
de recio trigo,
que
no espera recompensas,
ni
halagos de sus amigos,
que
camina por la vida
con
el firme compromiso
de
hacer al hombre más hombre,
de
hacer más llano el camino,
de
hacer crecer la esperanza,
y
rescatar del olvido,
los
sueños y las venturas
de
los seres más queridos,
sin
esperar nada a cambio,
como
humano bien nacido.
EN LA CALLE DEL INFIERNO
En la Calle del Infierno
vi
la inocencia varada,
la
llevaban tres chiquillos
en
sus ojos reflejada.
La noche, manto de estrellas,
la
luna, dama de escarcha,
abren
puertas al milagro
de
los sueños, de la magia,
donde
vuelan los deseos,
corceles
de blancas alas,
donde
mora lo imposible
con
sus más hermosas galas.
El infierno es paraíso,
luciérnaga
en madrugada,
un
correr de frío vértigo
sobre
cálidas estancias,
un
concierto jaleado
con
gritos y risas sanas,
un
ruidoso torbellino
envuelto
en papel de plata
y
un querido subterfugio
para
ganar mil batallas.
En la Calle del Infierno,
de
vuelta a querida casa,
de
achaques, el nuevo traje,
y
las sienes plateadas,
dolores
de negra sombra,
se
asomaron a mi alma,
dejándome
acre sabor
en
mi reseca garganta,
al
no poder contemplar,
desde
mi vieja atalaya,
al
niño que yo dejé,
hace
muchas madrugadas,
montado
en los cacharritos
de
esta ciudad encantada,
de
efímera arquitectura,
entre
sueños, levantada.
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