miércoles, 13 de febrero de 2019

Otra Casa Rural


Miércoles, 13  de febrero de 2019.
A 102 días…

RETOMAR LA TAREA

A LA RECONQUISTA DE “FORTUNA DE VILLABUONA”
(Casa rural en Archidona,, Málaga)
A modo de crónica medieval fuera de juego, de tiempo y de lugar.



     Las huestes sevillanas al mando del Patriarca visueño Clemente V, bajo las bendiciones y advocación de Santa María del Alcor, Patrona y Alcaldesa de los Alcores, se disponen a tomar posesión, durante el fin de semana más cercano, de la Casa Rural “Fortuna de Villabuona”, sita en las tierras malagueñas de Archidona, donde el sabio Cronista Camilo José Cela se explayó con el “Cipote de Archidona”, dándole fama y renombre al citado enclave. 


    Como avanzadilla de la expedición marchan sobre el lugar los Palma – González con su joven escudera Emma.

     Dicen las crónicas vecinales que, va a costar solucionar los trámites administrativos y de rendición, ya que el administrador de la finca y sus terrenos adyacentes, hombre bastante quisquilloso y sabiondillo, propone unas condiciones abusivas difíciles de aceptar.

     Para su negociación, envía, el citado administrador de nombre Joaquín, a dos malencaradas súbditas, una bajita y  delgada, fumadora empedernida y otra, alta y rellena que no está dispuesta a que le toquen las narices, y sin poder alguno de decisión, pidiendo la firma de un contrato que en nada nos favorece y que nos obliga a mucho, a cambio de nada, y que nos violenta y nos inclina, como lógico proceder, a no firmar el inoportuno documento.

     Mientras el tiempo madura la problemática presentada, van llegando por distintos flanco de la casa el desperdigado ejercito de la campiña sevillana.

     Después de los Palma – Gonzalez, llegamos nosotros, desconocedores del lugar, lo que llevó a perdernos por los vericuetos y estrechas calles archidoneras. Con la ayuda de los vecinos del lugar, sobrados de amabilidad, dimos con el Restaurante “La Viña”, antesala de la buscada Casa Rural.

     Una vuelta por la casa, el encuentro con el tal Joaquín,  administrador – propietario de la vivienda; una cumplida información de la situación e inevitable sospecha de venideros problemas. Una monumental barra de pan de pueblo, obsequio del leguleyo,  que nunca jamás vimos, ni por asomo.

     El tercer grupo, el de “los ángeles y la preñada”, llegó sin novedad con el tiempo justo de conocer al controvertido personaje, el tramador oficial, al que “regalamos” la oportunidad de estropearnos las horas finales de la estancia en la “Fortuna de Villabuona”. En aquel momento tuvimos ocasión de conocer la retirada del “yacusi”, de “la casita de juego de los niños” y del cierre del gimnasio, amen de otros espacios que, en las fotografías del enclave turístico superaban con creces a la realidad de lo fotografiado.

      Con la marcha del “simpático” personajillo, desaparecieron los problemas (de momento) y se produjo la llegada escalonada del resto de la expedición. Clemente II con los suyos y la agregada palaciega, la doncella, Mamen, cargados hasta los topes de bebidas y viandas, fueron los siguientes, cuando la tarde era todavía tarde. Le siguieron Teo y Auxi, progenitores de la afamada bailaora  “Laura” responsable en aquellos momentos de la perra de María, la cortesana e inteligente Cuca.

     Antes del acontecimiento anterior, de la arribada  de Clemente y Teo; Nosotros. los primeros  en llegar, recomendados por el tal Joaquín (quizás lo  único bueno que hizo el malandrín) comimos extraordinariamente en el Restaurante “Paneque”. Calidad y precio a destacar, servicio esmerado. Las migas, el gazpachuelo, los secretos, el conejo, el pescado, las respectivas guarniciones, los postres caseros etc., etc. todo lo que tomamos perfectamente cocinado y servido. El amplio comedor repleto de comensales, era señal inequívoca de buena fama en la zona. Ni nuestro Manolito podría competir con los archidoneros. El precio, a destacar, no llegó a 9 euros por persona.

     Llegado el grupo sevillano, el integrado por Hermman, Mamen, Yaco y Lucas, alcanzamos el “cuorum” para la primera de las celebraciones del cumpleaños de Esther (33 tacos con todos sus avíos, incluida su preñés) No faltaron los cantos en español y en inglés del “Cumpleaños Feliz” con sus correspondientes ¡Hip, hip, hurra! finales.  Se repitió la jugada tantas veces como fue solicitada por los más pequeños, en especial por Emma. Al disponer de dos tartas, el encuentro se repetiría, a la misma hora y en el mismo sitio, al día siguiente. No faltaron, como complementos, el bizcocho de Auxi, los roscos de Rosa, los cafés, los güisquis (Permitido por la RALE) y otras chucherías.

     Al caer la tarde llegaron Silvia y sus pequeños, Alejandra, Diego y Valentina. Emotivos y prolongados abrazos entre los primos. Solo por estos pequeños detalles, merecen la pena estas reuniones familiares en Casas Rurales. Aprovecho para hacer una rápida descripción de Fortuna de Villabuona, residencia escogida para pasar el fin de semana comprendido entre el 8 y el 10 de febrero. Es, en su conjunto, una buena y completa vivienda para una familia numerosísima como la nuestra (15 mayores y 10 menores) o para un gran grupo de amigos. Algo descuidada en lo relativo al mantenimiento, sobre todo en los exteriores de la vivienda. 9 dormitorios, muy desiguales. No hubo problemas a la hora de distribuir los mismos entre nosotros. Entre todos ellos, llama la atención el dormitorio de los menores con 10 literas, en dos alturas. En un principio todos querían ocupar las camas superiores, pero las serias prohibiciones  de los progenitores, mandaron al traste los deseos de estos. Dos colchones al suelo y todos a ras de la primera planta. Blancanieves hubiera hecho lo mismo con sus enanitos. Un amplísimo salón con completa cocina americana, grandes ventanales al exterior delantero y trasero, dos grandes mesas, sobras  de sofás, bastantes sillas, lámparas de pie,  mesitas, arcones, objetos de adorno y una tele de gran tamaño. Varias entradas. La principal con un pequeño descansillo y un importante y oportuno cuarto de aseo. A la izquierda un acogedor pequeño hall de paso entre la entrada y el gran salón con una escalera para subir a las habitaciones de arriba, espacio decorado con elementos del cine (fotos, carteles, etc.)y a la derecha varias habitaciones, entre ellas , la nuestra. En el exterior, trasera de la vivienda un espacio grande con las instalaciones de una buena barbacoa  y unos “chislaus” veraniegos, una pista de tenis, algo abandonada, completan el dibujo exterior trasero. Delante, la piscina, una pequeña barra con su tirador de cervezas y dos botelleros. Frente a lo descrito, un pequeño apartamento con su dormitorio y aseo  correspondiente. Otros detalles, por falta de interés, quedan guardados en el silencio escrito.




      Seguimos con el relato.  Partida de dados entre los mayores. Juego elegido “el kiriqui”, La primera eliminada, Mamen (como castigo, “incumplido”, preparar zumo de naranja para todos en el desayuno) Al final se llevará los euros apostados por todos los jugadores, la Esther que, con seguridad, invertirá en la compra de mangos y papayas para su querubín.

     Diego, últimamente entregado en demasía, a la practica del pádel, llegó el último. Se integró pronto en el grupo y cumplió, con nota, en todos los quehaceres mundanos de los expedicionarios.

     La cena preparada por las expertas mujeres del grupo se realizó y se consumió en un santiamén. Primero cenaron los menores y terminados estos, le seguimos los mayores con el acostumbrado apetito de siempre.

     Escalonadamente, a gusto de cada uno, fuimos abandonando el prestado escenario para recogernos en nuestras respectivas habitaciones. Morfeo contará nuestras andanzas nocturnas en próximas crónicas.

     Al viernes, 8 de febrero, agotado, sucedió el sábado, 9 de febrero por inventar.

     Con dificultades, más de las previstas y esperadas, me propuse echarle una mano a la perdedora del juego de dados de la noche anterior, Mamen, obligada a realizar zumos de naranjas para todos. El prehistórico exprimidor ralentizó bastante el trabajo. Conseguí llenar una jarra y unos pocos de vasos, consumidos, con voracidad, por los primeros que se presentaron a desayunar. Mientras yo me dedicaba  a lo anterior, Hermman se esforzaba en encender la chimenea para que la tropa se sintiera lo más agusto posible. Cada uno y cada una (por eso de practicar la inclusividad lingüística) desayunó lo que quiso y a la hora que quiso. Norma aplicada en todas las casas rurales ocupadas por el regimiento, acompañada siempre por la obligatoriedad de hacerlo bien, café, colacao, leche, zumo, fruta, aceite, jamoncito, algo de dulce, y todo lo que se pusiera por delante.

     La gran helada de la noche, padecida por los coches fundamentalmente, pronto se esfumó, gracias a nuestro amigo “Lorenzo”, el solito de Andalucía, que nos regaló un día esplendido. Paseo mañanero por los alrededores de la casa. Diego padre y Diego hijo, se marcharon a Marbella para cumplir con sus obligaciones de pádel. “Sarna con gusto no pica”.

     Al mediodía, barbacoa. Nos costó trabajo poner a punto los fuegos para el asado de la carne. Gracias al consejo de Rosa, de utilizar un secador del pelo, levantamos y avivamos los fuegos, creando unas buenas brasas. El material bueno siempre se valora. Las carnes de secreto y presa, de la plaza visueña de nuestro proveedor José Manuel Antúnez, gustaron al respetable, sin olvidar los choricitos y los blanquillos. El maridaje con la fresca cerveza, en su punto, con el tinto “Beronia” y los blancos ligeros, los lomitos de Corte y Concepción, el buen queso y el rico salchichón de Hervás, complementaron, con éxito sobrado la programada “Barbacoa”.

     Un breve inciso para reseñar el entretenimiento de Cuca. Antes de nuestra llegada, moraba en la casa un pequeño gato, dueño y señor del entorno, sabiondo, despierto y dispuesto a defender su territorio. Cuca, desde su nacimiento, se consideró enemiga acérrima de los mininos, grandes o pequeños, enfrentándose a ellos en cualquier lugar o terreno. Espectáculo gratuito el que nos regalaban ambos dos, Cuca y el gatito. Cuca persiguiendo al minino, dando vueltas alrededor de la piscina, Teo, su señor, tratando de apaciguarla, sin mucho éxito. Y cuando el felino se detenía y levantaba su lomo en clara actitud defensiva, Cuca se pensaba el ataque y recurría a ladrar sin parar de moverse. En la parte trasera de la casa, las estrategias de ataque y defensa variaban. El minino recurría a su habilidad de trepar a los árboles frente a los inservibles saltos de Cuca, incapaz de llegar a las altas ramas donde se refugiaba el gato. La repetición de las maniobras ofensivas y defensivas componían el argumento de futuros incruentos encuentros. Hasta el momento de la partida los “juegos” se mantuvieron con la misma intensidad entre ambos animalitos.

     Las comidas, los entrantes, las largas sobremesas, la colaboración en la puestas y recogidas de las mesas, la limpieza, el relleno del lavavajillas y otras menudas tareas caseras, el servir a los demás, sin escaqueos ni imposiciones, hacen FAMILIA. Concepto que necesita ser rescatado del olvido y de la indiferencia y colocado, de nuevo, en los más elevados altares de la convivencia humana. ¡Sigamos haciendo FAMILIA mientras podamos, la vida así nos lo demanda!

     Entre incisos, esta breve crónica familiar, avanza sin prisas hacia un cercano desenlace o final de esta aventura doméstica, en la que los más pequeños se convierten en protagonistas. Primos separados, distantes unos de otros, por cuestiones de trabajo de sus padres, que celebran sus encuentros y despedidas como si fueran los últimos, sobrados de besos, abrazos, juegos y lejos, por fortuna, de rencillas, de peleas y de malos rollos. ¡Afortunados somos por ello y por nosotros que, con gratitud, podemos contarlo!

     Siguiendo el orden cronológico, ahora toca la segunda celebración del cumpleaños de Esther. Los restos de las tartas del día anterior nos obligaban a repetir ceremonia cumpleañera. A la de una, se sumaron los pequeños y, los mayores, no tuvimos que esforzarnos para “tartear” de nuevo.

     La partida de PARTY no podía quedar sin reseña. Mayores y pequeños nos dividimos en cuatro grupos. El entretenido juego nos hizo pasar momentos divertidos. En lo de dibujar sacamos sobresaliente, se acertó casi todo, incluso la palabra “lavativa” con un dibujo de Rosa, con su correspondiente culo y el utensilio “lavativero”, para publicar en alguna revista de arte. En la mímica hubo de todo. A destacar el “temblor” de José Mari que más bien parecía una electrocución que una ligera sacudida.
En las demás pruebas, una de cal y otra de arena. El equipo de Diego nos dio la paliza.

     La cena y la tele compartieron jornada. El sábado nos contagió su cansancio y, sin resistirnos, como sabios mochuelos buscamos nuestros respectivos nidos.

      El desayuno del domingo una “calcomania” de los anteriores. Las mismas viandas, las mimas bebidas, los mismos personajes y el mismo apetito. ¡Para qué más contar, relacionado con el tema!

     La mitad de los expedicionarios decidieron visitar y conocer Archidona. El resto preferimos permanecer en el refugio, realizar tareas abandonadas y preparar los avíos del arroz. Diego, Silvia y los pequeños marcharon antes de comer. Alejandra y Valentina con fiebre, pasajeros males de estos tiempos, últimos coletazos del invierno y antesala de la primavera. Los excursionistas volvieron de su visita satisfechos y con más apetito que de costumbre. Nuevo contratiempo en las bombonas del gas. Fuga a la vista y traslado de todo a la cocina interior. Con todos los fuegos encendidos y con la incertidumbre del reparto del calor bajo la paellera, empezamos a preparar la paella. Un refrito bastante completo, cerca de dos kilos de arroz bomba, la correspondiente agua y la sal demandada y ¡Adelante con los faroles!

     Un arroz celebrado, con su correspondiente “achucarrao”, con repeticiones masivas ¡Qué más pedir, con los problemas, no excusas, presentados!

     Recogida, maleteo, limpieza, ordenamiento, repaso, reparto de lo sobrante y…

Para mañana: “LA VIVENCIA DE UN TRISTE CAPÍTULO QUE NO MERECIMOS” o “UN SINVERGÜENZA ANDA SUELTO”.

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