Viernes, 9 de noviembre de 2018.
A 195 días...
UNA VUELTA
POR COSTA BALLENA.
OBLIGACIONES
DE ABUELOS.
Hoy viernes, previa solicitud de los
demandantes, Ángel y Esther, nos vemos obligados a desplazarnos a Costa Ballena
para cumplir la tarea de cuidar al último de los Calabuig, ya que sus padres,
los citados anteriormente, tienen, mañana, una boda en las cercanías de
Sanlúcar (en Mesas de Asta)
Nos tomamos bien en serio nuestros papeles
de abuelos solícitos y complacientes, con las miras puestas en que, cuando
ellos lo sean, actúen de la misma forma y manera que nosotros, y, a la par,
reciban las correspondientes muestras de gratitud, no necesarias, pero bien
recibidas.
Llegamos a Costa Ballena a las 5 de la
tarde aproximadamente y, como siempre nos pasa, como un “jarro de agua más que
fría” nos cayó encima. Nos encontramos la misma ciudad muerta de sus periodos
no vacacionales. Casi todos los establecimientos cerrados. ¿Quiénes, no? Fácil
de acertar, Mercadona y la Farmacia. Como decimos por aquí, “Ni un alma por las
calles”, ni un perro perdido, ni voces, ni ladridos. Cuatro coches salteados
entre los cientos y cientos de aparcamientos exteriores. Los interiores, no sabemos,
pero intuimos que si cumplían la misma ocupación que en nuestro bloque (dos
coches en todo él) la situación es deprimente. Bueno, reseñar también que vimos
un grupo no muy numeroso del “Inserso”, que no creo llegue a paliar la
parálisis hotelera de este bonito enclave sureño.
Veremos cómo se porta el pequeño Ángel.
Será la prueba de fuego para el ser o no ser de las obligaciones de los abuelos
como cuidadores de nietos en territorios lejanos y aislados, sin ayudas ni
espectadores. Mañana se resuelve el litigio entre padres patrones y
asalariados, sin cobrar un euro, abuelos jubilados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario