BIENAVENTURANZA
SEGUNDA
Bienaventurado
aquel,
sembrador
de recio trigo,
que
no espera recompensas,
ni
halagos de sus vecinos,
que
camina por la vida
con
el firme compromiso
de
hacer al hombre más hombre,
de
hacer más sabio a los niños,
de
hacer crecer la esperanza,
y
rescatar del olvido,
los
sueños y las venturas
de
los seres más queridos,
sin
esperar nada a cambio,
como
humano bien nacido.
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