ASÍ QUISIERA SER YO
Cuando los hombres inventan
locuras
disparatadas,
cuando
los hijos del hombre,
al
diablo, venden sus almas,
y
un hedor de podredumbre
impregna,
con fuerza bárbara,
los
días, las negras noches
y
las ciegas madrugadas,
quisiera
ser anónimo árbol,
roca
de vieja montaña,
una
irracional criatura,
aire, fuego, gota de agua;
todo,
cualquier ínfima cosa,
menos
humana alimaña.
Árbol de ricas raíces,
anclado
en tierra sagrada,
tronco
de recia estirpe,
copa
de crecidas ramas,
en
busca de claro cielo,
arca
de las esperanzas.
Así,
quisiera ser yo,
algunas
tristes mañanas.
Roca cristalina, dura,
gota
de firme montaña,
mineral
endurecido
en
la mejor de las fraguas,
resistente
a la erosión
de
las bajezas humanas.
Así,
quisiera ser yo,
algunas
duras mañanas.
Animal irracional
crecido
en libre manada,
donde,
los instintos justos,
expatríen
a la nada,
a
la canalla injusticia
de
la torpe especie humana.
Así
quisiera ser yo,
algunas
ciegas mañanas.
Aire invisible, sin roña,
pureza
de infantil alma,
respirable
a todas horas,
elixir
de cualquier raza,
y
un acérrimo enemigo
de
la polución humana.
Así,
quisiera ser yo,
algunas
sucias mañanas.
Agua,
transparente y fresca,
voz
de torrente y cascada,
paz
en estanque sereno,
un
copo de nieve blanca
y,
para cambiar al hombre,
un
mar de utopías sabias.
Así,
quisiera ser yo,
algunas
locas mañanas.
Fuego purificador
de
los cuerpos, de las almas,
calidez
en los silencios,
luz
en las horas amargas,
y
firme exterminador
de
las miserias humanas.
Así,
quisiera ser yo,
algunas
frías mañanas.
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