A SEVILLA en su mes de Abril
Ya se va perdiendo el sol
camino
del Aljarafe,
lanza
sus últimos rayos
para
abrazar a la tarde,
cotidiana
despedida,
en
días de amor y amantes.
La tarde se va apagando,
alma
de cansada vela,
Sevilla
busca aventuras
por
su mar de callejuelas,
que
prenden sus luminarias
para
verla así, más bella.
Su río Guadalquivir,
gran
arteria de cristal,
inicia
ronda nocturna
entre
aromas de azahar;
cantares
de aires y brumas,
que
fluyen de un naranjal,
vuelan
por sus orillitas
queriéndote
enamorar.
La
Giralda, humana torre,
la
sultana y reina amada,
cuando
se asoma la noche,
como
nadie se engalana.
Con
el ámbar, el milagro
de
su bella piel dorada,
una
peineta de bronce,
que
a los vientos vigilaba,
se
hizo celestial saeta
sobre
las nubes de plata,
apuntando
a claro cielo
en
las tibias madrugadas.
Columnas agigantadas
de
una Catedral de sueño,
altares,
tumbas y piedras,
capillas,
santos del cielo,
Vírgenes,
Cristos y Reyes,
sus
sólidos argumentos.
Guardiana
de su pasado,
Catedral
del universo,
de
raza y alma sevillanas,
su
más grande monumento.
Regalo
para Sevilla
de
un dorado medioevo.
Torre del Oro hispalense,
en
el orillar querido,
para
escuchar los murmullos
que
llegan desde su río.
Fuiste
arca de tesoros,
hoy,
barcaza sin marinos
y
dueña de mil historias
que
en el tiempo se han perdido.
Iglesias, plazas y calles,
barrios,
grandes alamedas,
parques,
jardines y fuentes,
cómplices
de tu solera,
guardianes
de tus arcanos,
testigos
de tus flaquezas,
silentes
protagonistas
de
tu gloria y tu grandeza.
Sevilla, bella criatura,
de
agua dulce, marinera,
despliega
sobre tus aguas
la
enjundia de tus blancas velas,
y
llévame por tu río
hasta
que la muerte venga,
para
cegarme de ti,
para
morir a tu vera.
Tomado del libro de poemas "365 y una poesías"
No hay comentarios:
Publicar un comentario