Este cuento lo encontré
escrito en papel de estraza,
en un zoco cordobés
ubicado en grande plaza.
Pagué por él cuatro reales
de aquellos que eran de plata
y seguro que no vale
ni un cuartillo de hojalata.
Aunque para bien saber
el valor de lo que narra
será necesario leer
esta historieta tan rara.
Ocurrió en un pueblecito
de aquella Guadalajara
que apareció en los escritos
cuando Cela la cantara.
Se llamaba Peralveche,
piedra que con luz brillaba,
que un cerro puede verse
desde la baja llanada.
Era pueblo bien chiquito,
de varias centenas de almas,
con un número de niños
que de treinta no pasaban.
Como no era natural
del buen circo su llegada,
genera en el personal
gran sorpresa y más alarma.
Con los ojos bien abiertos
toda su gente miraba
como el circo de sus sueños
en aquel bajo se instala.
Junto a la fuente del Gato,
con agua que sed aplaca,
son muchísimos los brazos
que alzan su lustrosa carpa.
El pueblo deja tarea,
que otro día será mañana,
viendo el trajín que genera
todo lo que el circo arrastra.
Vehículos en caravana
que la carretera abarca,
muchos camiones de carga
y coches de todas marcas.
Roulottes de los artistas,
remolques con grandes jaulas,
conjunto tan colorista
que a todo el mundo atrapa.
Costa Ballena, 22 de Agosto de 2025
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