OSCURIDADES DE DOLOR Y MUERTE (6)
Conforme el tiempo se pasa
conoce
mejor la escena,
acostumbrando sus ojos
la suya sombra se alarga
como sube enredadera,
bien envuelta entre barrotes,
por luz que del suelo venga,
que cambia de intensidad
como si de una tea fuera.
Antes de que cierre el templo,
cuando en soledad se queda,
con apagavela, el fraile
pone fin a las candelas,
con lo que la oscuridad,
paso a paso se acrecienta,
lo que aprovecha el juglar
para ocultar su presencia,
quedando sola en el ara
la misteriosa lucerna,
que ahora sólo barrotes
sobre la pared proyecta.
Siguiendo con su rutina
el fraile cierra la puerta
y con paso bien ligero,
como si luz allí hubiera,
hacia el altar se dirige,
pareciendo que algo espera.
acostumbrando sus ojos
a
aquella casi tiniebla
deparando
que aquel monje,
tan
pronto al ábside llega,la suya sombra se alarga
como sube enredadera,
bien envuelta entre barrotes,
por luz que del suelo venga,
que cambia de intensidad
como si de una tea fuera.
Antes de que cierre el templo,
cuando en soledad se queda,
con apagavela, el fraile
pone fin a las candelas,
con lo que la oscuridad,
paso a paso se acrecienta,
lo que aprovecha el juglar
para ocultar su presencia,
quedando sola en el ara
la misteriosa lucerna,
que ahora sólo barrotes
sobre la pared proyecta.
Siguiendo con su rutina
el fraile cierra la puerta
y con paso bien ligero,
como si luz allí hubiera,
hacia el altar se dirige,
pareciendo que algo espera.
Un estridente chirrido
rompe
la paz de la iglesia
y lentamente una antorcha
surge de la misma tierra,
portada por ser deforme,
al que el fraile ayuda presta.
El trovador con asombro
ve como ellos parlamentan,
como el fraile en un momento
de allí, con prisas, se ausenta,
regresando en un instante
y una gran bolsa le entrega;
ausentándose aquel extraño
por el lugar que viniera,
comprobando como la luz,
poquito a poco se aleja,
hasta desaparecer,
como si ella feneciera.
Qué hacer, él se pregunta,
todo lleno de sorpresa.
Cuando el fraile, ya cumplida
la que última tarea fuera,
va buscando su descanso,
que en su celda siempre encuentra.
y lentamente una antorcha
surge de la misma tierra,
portada por ser deforme,
al que el fraile ayuda presta.
El trovador con asombro
ve como ellos parlamentan,
como el fraile en un momento
de allí, con prisas, se ausenta,
regresando en un instante
y una gran bolsa le entrega;
ausentándose aquel extraño
por el lugar que viniera,
comprobando como la luz,
poquito a poco se aleja,
hasta desaparecer,
como si ella feneciera.
Qué hacer, él se pregunta,
todo lleno de sorpresa.
Cuando el fraile, ya cumplida
la que última tarea fuera,
va buscando su descanso,
que en su celda siempre encuentra.
Costa Ballena, 8 de Agosto de 2025
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