¿QUIÉN PINTÓ EL INTERIOR DEL MAR? (4)
Es
tanta la inmensidad
que en el ancho mar se encuentra,
que el pobre marinerito
no podrá finar la tarea,
lo que a Neptuno preocupa
al igual que a la sirena,
aunque distintos motivos
en sus pesares tuvieran;
ya que para el dios Neptuno
sería verdadera pena
que después de tanto tiempo
quedara su obra incompleta,
en tanto que aquella ninfa
diferente cosa piensa,
teme que al pasar del tiempo
a su marinero pierda,
con el que anhela vivir
la imposible vida eterna,
manjar sólo reservado
a los dioses de la Tierra.
El marinero envejece
y nunca acaba su tarea,
el ingrato de Neptuno
cada día mucho le apremia,
para que concluya la obra
antes que la parca venga;
en cambio, la sirenita
muéstrase siempre contenta,
pues aún viéndolo mayor,
es lo único que le queda.
que en el ancho mar se encuentra,
que el pobre marinerito
no podrá finar la tarea,
lo que a Neptuno preocupa
al igual que a la sirena,
aunque distintos motivos
en sus pesares tuvieran;
ya que para el dios Neptuno
sería verdadera pena
que después de tanto tiempo
quedara su obra incompleta,
en tanto que aquella ninfa
diferente cosa piensa,
teme que al pasar del tiempo
a su marinero pierda,
con el que anhela vivir
la imposible vida eterna,
manjar sólo reservado
a los dioses de la Tierra.
El marinero envejece
y nunca acaba su tarea,
el ingrato de Neptuno
cada día mucho le apremia,
para que concluya la obra
antes que la parca venga;
en cambio, la sirenita
muéstrase siempre contenta,
pues aún viéndolo mayor,
es lo único que le queda.
Llega el día que al marinero
escápansele
las fuerzas,
sólo le queda un pincel,
lo que aumenta su tristeza,
el que la ninfa le otorga
de los pelos de sus trenzas;
tan enorme es su pesar
que la muerte ve bien cerca.
La sirena, con dolor,
al verlo de tal manera,
desoyendo al dios Neptuno,
quiere volverlo a su tierra,
aprovechando una noche,
la luna de luna llena,
cuando los dioses se juntan
en obligadas asambleas,
para dejarlo tendido
sobre la dorada arena,
al socaire de su barca,
que con paciencia le espera,
para que al amanecer,
cuando aqueste se despierta,
pueda acabar de pintar
lo poquito que le queda,
pensando que lo pasado
fuera sueño que tuviera,
como le ocurrió otras veces
que en la playa se durmiera.
sólo le queda un pincel,
lo que aumenta su tristeza,
el que la ninfa le otorga
de los pelos de sus trenzas;
tan enorme es su pesar
que la muerte ve bien cerca.
La sirena, con dolor,
al verlo de tal manera,
desoyendo al dios Neptuno,
quiere volverlo a su tierra,
aprovechando una noche,
la luna de luna llena,
cuando los dioses se juntan
en obligadas asambleas,
para dejarlo tendido
sobre la dorada arena,
al socaire de su barca,
que con paciencia le espera,
para que al amanecer,
cuando aqueste se despierta,
pueda acabar de pintar
lo poquito que le queda,
pensando que lo pasado
fuera sueño que tuviera,
como le ocurrió otras veces
que en la playa se durmiera.
Costa Ballena, 1 de Agosto de 2025
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