EL OTRO PEQUEÑO BORJA
(XVI) El pequeño Borja, gracias a Jalamandrú y al Cid Campeador y sin derramar gota de sangre, se encuentra con su madre. El otro Borja termina de recitar delante de su padres el contenido del manuscrito que que encontró en el mercadillo medieval de Godella, recibiendo abrazos y parabienes de los suyos, concluyéndose este cuento en verso, realizando con mucho cariño.
"Moha, que aprecia su vida,
ni
que por mujer la diera,
disimula su derrota,
aceptando la propuesta,
ordenando a su ayudante
a que por la dama fuera.
El sultán Jalamandrú
y su nieto, Borja, tiemblan,
pareciéndoles eterna
aquella inquietante espera.
Traída por las dos esclavas
que cuidan la prisionera,
aun vestida con harapos
nada ocultan su belleza,
asustada como niña
por no saber que le espera,
en presencia de tanto hombre
tiene baja su cabeza.
El joven Borja no aguanta,
a ella corriendo se acerca,
sólo quiere ver sus ojos,
movido por rara fuerza.
La dama cuando lo ve
no necesita más prueba,
tan sólo ver su carita
mucho lo abraza y lo besa.
Jalamandrú muy feliz
mira silente la escena,
agradeciendo al gran Cid
que a su hija le devolviera,
sin derramar una gota
de sangre en aquella guerra.
El Campeador a su amigo,
tras sencilla reverencia
que a la dama le otorgara,
con alegría se la entrega
y juntos por fin los tres
con felicidad se alejan,
encabezando cortejo
que despierta gran sorpresa
al salir del palacete
por la más principal puerta,
dirigido por el Cid,
que la admiración despierta,
rodeado de su fiel tropa
que a ningún mortal temiera,
paseando con osadía
por las calles de Godella”.
disimula su derrota,
aceptando la propuesta,
ordenando a su ayudante
a que por la dama fuera.
El sultán Jalamandrú
y su nieto, Borja, tiemblan,
pareciéndoles eterna
aquella inquietante espera.
Traída por las dos esclavas
que cuidan la prisionera,
aun vestida con harapos
nada ocultan su belleza,
asustada como niña
por no saber que le espera,
en presencia de tanto hombre
tiene baja su cabeza.
El joven Borja no aguanta,
a ella corriendo se acerca,
sólo quiere ver sus ojos,
movido por rara fuerza.
La dama cuando lo ve
no necesita más prueba,
tan sólo ver su carita
mucho lo abraza y lo besa.
Jalamandrú muy feliz
mira silente la escena,
agradeciendo al gran Cid
que a su hija le devolviera,
sin derramar una gota
de sangre en aquella guerra.
El Campeador a su amigo,
tras sencilla reverencia
que a la dama le otorgara,
con alegría se la entrega
y juntos por fin los tres
con felicidad se alejan,
encabezando cortejo
que despierta gran sorpresa
al salir del palacete
por la más principal puerta,
dirigido por el Cid,
que la admiración despierta,
rodeado de su fiel tropa
que a ningún mortal temiera,
paseando con osadía
por las calles de Godella”.
Mi amigo Borja
sonríe
cuando
el poema concluyera,
Natalia y Paco, sus padres,
le aplauden con grande fuerza.
Natalia, como si madre
del otro Borjita fuera,
estrechándole en sus brazos
miles de besos le diera;
en tanto que Paco, el padre,
le revuelve cabellera,
guíñale en complicidad
de la manera más tierna
y le ayuda a guardar hojas
en su tan vieja cartera,
acordándose los tres
de aquel tío que un día escribiera
historia tan inventada
que pudo también ser cierta.
Natalia y Paco, sus padres,
le aplauden con grande fuerza.
Natalia, como si madre
del otro Borjita fuera,
estrechándole en sus brazos
miles de besos le diera;
en tanto que Paco, el padre,
le revuelve cabellera,
guíñale en complicidad
de la manera más tierna
y le ayuda a guardar hojas
en su tan vieja cartera,
acordándose los tres
de aquel tío que un día escribiera
historia tan inventada
que pudo también ser cierta.
Este cuento en verso fue escrito en el verano de 2007 en la localidad roteña de Costa Ballena y que hoy, 25 de julio de 2025 lo hemos concluido en nuestro blog.
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