188 .- EL VENDEDOR DE SONRISAS
CAPÍTULO NOVENO
Cuando la isla recorrió,
con su maleta ya vacía,
en su carpeta de cuero
muchos pedidos tenía,
que pronto son atendidos
por sucursal de Sevilla,
donde sin duda fabrican
las más bonitas sonrisas,
nadita de carcajadas,
ni risas que se marchitan,
sólo sonrisitas hacen,
como la canela fina,
que en barquito llevarán
para llenar de alegría
a todos los habitantes
de la islita de Salinas.
son todas, bien atendidas
y cada vecino en casa
tiene las cajas pedidas,
siguiendo la explicación
del que sonrisas vendía,
las colocan en sus rostros,
con bellas galas vestidas,
va a plaza importante,
la Mayor de cada villa,
cuando sus relojes marcan
las doce del mediodía,
con intención bien rotunda,
clara y reivindicativa,
para gritar a los vientos
su derecho a la alegría
y ser libres portadores,
cada cual con su sonrisa.
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