127 .- LAS VÍSPERAS DE SAN JUAN, DE SAN ANTÓN O DE LA INMACULADA ( VI )
La lluvia cuando cae al suelo
un ligero humito levanta,
que parece triste señuelo.
Sin embargo, nadie se espanta,
cada cual en su papel sigue
y el hosco chaparrón aguanta.
En el cielo, a la luz persigue
un ronco tronar que da miedo,
que asustar a niños consigue.
Pero son tantos los anhelos,
de que su hoguera sea grande,
que esconde su temor para ellos.
Llora a la sombra del gran sauce,
de la reunión, el más chiquito,
nadie sabe cómo consolarle.
El cielo no cerró su grifo,
ahora cae llovizna fina,
que empapa poco a poquito.
A la pequeña Serafina
el llanto de su amigo Pepe
se le clava, como una espina.
Por ello, en su casa se mete,
y con la imagen de San Juan,
sale de ella, en un periquete.
Los niños tras de Fina van,
adónde llevará a aquel santo,
no lo pretenderá quemar.
La gente se va refugiando,
puesto que el escampar no llega,
en los portales más cercanos.
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