90 .- LA MÚSICA DE LA NOCHE ( I )
Anoche, un gracioso duende,
en
un descuido certero,
me robó, con vil descaro,
gran parte de mi arduo sueño,
dejándome, el muy ladino,
como correctivo o premio,
un insomnio descarado,
velación y gran desvelo,
caminos a recorrer
con paciencia, bien despierto,
para que la negra noche,
señora del dormir sereno,
no se burle de mis cuitas,
ni de mi falta de sueño.
En horas de madrugada,
cuando el gallo está durmiendo,
cuando las farolas lucen
como radiantes luceros,
cuando los mortales buscan,
dormir, descanso del bueno,
aquí, me tienen ustedes,
buscando entretenimiento,
ocupando locas horas,
hilvanando pobres versos.
En horas de fiero insomnio,
a mis musas, zarandeo,
entregadas y rendidas
en los brazos de Morfeo,
y los duendes de la noche,
sibilinos ladronzuelos,
se ríen del padecer
del que ha perdido su sueño
y, en estas nocturnidades,
mis sentidos, bien despiertos,
confían en descubrir
los sonidos del silencio,
la música de la noche,
el suspirar de los vientos.
me robó, con vil descaro,
gran parte de mi arduo sueño,
dejándome, el muy ladino,
como correctivo o premio,
un insomnio descarado,
velación y gran desvelo,
caminos a recorrer
con paciencia, bien despierto,
para que la negra noche,
señora del dormir sereno,
no se burle de mis cuitas,
ni de mi falta de sueño.
cuando el gallo está durmiendo,
cuando las farolas lucen
como radiantes luceros,
cuando los mortales buscan,
dormir, descanso del bueno,
aquí, me tienen ustedes,
buscando entretenimiento,
ocupando locas horas,
hilvanando pobres versos.
a mis musas, zarandeo,
entregadas y rendidas
en los brazos de Morfeo,
y los duendes de la noche,
sibilinos ladronzuelos,
se ríen del padecer
del que ha perdido su sueño
y, en estas nocturnidades,
mis sentidos, bien despiertos,
confían en descubrir
los sonidos del silencio,
la música de la noche,
el suspirar de los vientos.
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