En un “plis plas” voló la noche. La reparadora ducha y el gran desayuno, nos dieron y fuerza para la venidera jornada. En el pequeño y acogedor primer patio del hotel tomamos, a nuestro aire, el apetecido desayuno, siempre más abundante y variado del que solemos tomar en casa.
Como preámbulo informativo, con soltura, conocedora del tema, Celina nos introdujo en la vida del Rey Santo, Fernando III, importantísimo rey para los sevillanos de aquella época. Nos habló de sus inquietudes relacionadas con el monumento. En una continuidad envidiable nos mostró, en rica narrativa, la obra de su hijo Alfonso X el Sabio y en un amplio salto nos trasladó al reinado de Pedro I el Cruel. Verdadero artífice en la ampliación del Alcázar y en la participación activa de los mejores constructores árabes, judíos y cristianos. La visión política de la Reina Isabel, cuyo hijo Juan nació en una de las habitaciones del Alcázar, quedó fácilmente comprensible con las explicaciones de Celina. Creadora de la Casa de la Moneda y la Casa de Contratación, donde todo lo venido del nuevo mundo pasaba por aquellos singulares espacios. En una rápida visión, la guía, destacó las últimas intervenciones de engrandecimiento de Carlos I y Felipe II. Las gargantas se secan, el saber se diluye, la información, en demasía, cansan, el sol, agota y no hay más remedio que terminar la visita. Y nada mejor que hacerlo en los jardines. Una somera información sobre los mismos, ponen punto y final al instructivo paseo por el Alcázar, sin duda uno de los grandes palacios de España. ¡Gracias, Celina, por tu saber y por “engancharnos” al rico pasado de Sevilla! Sólo nos faltó la compañía de Estela que, con seguridad, hubiera añadido alguna que otra oportuna pincelada a la visita, mejorando ésta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario