Domingo, día 27 de agosto
Y
LO PEOR ES QUE LLEVA RAZÓN
No esperaba encontrarme a Marimel en
casa cuando llamé para saber de mamá, y sinceramente, aunque el repaso fue de
campeonato, no lo lamenté; entre otras cosas, porque llevaba toda la razón del
mundo.
Qué ingratitud la nuestra y si nuestro
comportamiento es así con los seres que decimos más querer, ¿cómo lo será con
el resto y con aquellos que están en nuestra lejanía en lo físico y en el
sentir?
Ya sabemos lo que nos puede esperar
cuando nuestra situación sea parecida a la de ella, cuando sólo nos queden
recuerdos de años pasados, que ya no tenemos y nos veamos incluso olvidados de
los que creamos, como le está ocurriendo a nuestra madre y tantas otras, que
después de dedicar toda su vida a sacar adelante a sus hijos, se ven en la más
absoluta soledad. No me consuela saber que es ley de vida, como dicen o decimos
muchos; pero lo cierto es que poco hacemos por llevar la felicidad a los que se
la merecen, fallando incluso en los más mínimos detalles.
Todo esto te produce un estado de
culpabilidad que no sabes cómo evitarlo o lo que es más grave, que no lo
quieres. Y resulta que tienes tiempo para todo y no para quien te dio la vida.
No pido perdón, porque aunque me perdonases, que seguro que lo harías como
tantas otras veces, porque pienso que no soy merecedor del mismo.
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