Domingo, día 25 de junio
OTRA VEZ SOLO
El
vivir toda una vida con otra persona, con sus defectos y virtudes, con el
compartimiento de alegrías y tristezas, con el riesgo de una rutina, con la
continua dificultad de soportarnos
mutuamente y un largo etcétera de no pocos enfrentamientos y reencuentros,
parece que pueden aconsejar separaciones cortas de vez en cuando; sobre todo y
creo que es lo interesante, para saber valorar
lo que supone una ausencia, una falta de algo importante, del
complemento, y sentir en definitiva la necesidad del otro.
Esta
vez ha sido ella la que se ha marchado a Valencia para conocer a la hija de
Luz, su nueva sobrinita, y para olvidarse durante unos días de la esclavitud de
la casa, de sus muchas ataduras, para reunirse con parte de su familia,
especialmente el ver a su madre y a su hermana mayor, para salir, para hablar
hasta hartarse con los suyos, para divertirse y descansar durante unos días,
olvidándose de sus obligaciones cotidianas.
Como
el tiempo será corto no supone un gran trastorno para nosotros y la experiencia, cuando sabe
uno además que no será prolongada, no crea problemas y también hasta puede ser
positiva.
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