Sábado, día 24 de junio
SI FUERA DE OTRA FORMA…, O EN OTROS TIEMPOS…,
¡QUÉ DE CORREAZOS!
Salieron
a las diez de la mañana y no regresaron
hasta las once largas de la noche. Habían ido a Guadalpark los mellis con unos
amigos, los de siempre. Conforme pasaba el tiempo el nerviosismo crecía en
Adela y me lo iba transmitiendo con frases amenazantes, tales como: “Si tú no
pones remedios, lo hago yo”, “Estos están sacando ya los pies del plato”…, y la
última: “Si esto lo hubiera hecho yo, mi padre me hubiera dado unos buenos
correazos”, como invitación a que los niños no funcionaban bien por mi
debilidad, porque yo no les daba con la correa en situaciones análogas a esta.
Llega
un momento que empiezas a preocuparte por la tardanza y por lo anterior y tu
malhumor se incrementa hasta que se dispara cuando llaman a la puerta y los
niños tratan de explicarte el motivo del retraso que no oyes, o mejor escrito,
oyes como la lluvia que cae, pero no escuchas. Tu voz se eleva e incluso la
violencia que aún dominas, en determinados momentos, está a punto de vencerte.
Ellos consideran
nuestra actitud injusta y hasta aparecen lágrimas en sus ojos, ya que no se
sienten culpables de la ausencia de autobuses; no entienden a su edad la lógica
preocupación paterna y tu terminas confundido, porque no sabes si el castigo de
no salir y la bronca tienen más o menos valor que el de no haberle dado
importancia.
¿Qué es mejor,
pasar o la bronca sin ni siquiera escuchar a tus hijos?
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